El andamiaje digital, presente en las distintas formas actuales de interacción, ha abierto el acceso a una mayor cantidad de información, constituida en textos, entendidos no solo como los documentos escritos.
En la actualidad se habla del desarrollo de la competencia de la lectura de textos continuos, pero también de textos discontinuos y multimodales, pasar del concepto de alfabetización al de la literacidad, y más aún, la literacidad digital. Para ello se plantea la necesidad de saber cómo están estructurados los diagramas, las gráficas, los audios, las páginas web, los videos, y cómo deben ser leídos para llegar a una comprensión de los mismos y utilizar esa información, incluso poder traducirla a un texto con continuidad.
Dentro de nuestro contexto, sin embargo, se ha trasladado al parecer el estereotipo del lector tradicional al digital, principalmente respecto a los intereses. Mientras existe una amplia variedad de textos académicos, literarios, filosóficos y amenos, este lector, limitado en sus intereses, elige leer noticias sensacionalistas, de la farándula, revistas de entretenimiento, libros populares, de baja calidad y por consiguiente de fácil lectura.
Sucede igual con el contenido digital, mientras al lector se le abre una amplia ventana de posibilidades para conocer, formarse y desarrollar sus habilidades, traslada sus mismos intereses y opta por la vaguedad, lo gracioso y lo que satisface sus intereses sociales más básicos, haciendo poco visibles los textos que pueden proveerle un aporte.
En síntesis, este tipo de lector elige lo que no le representa un esfuerzo para comprender, o evita lo que le parece cansado y aburrido, el paradigma del sin esfuerzo, que explica precisamente uno de los autores que traslada muy bien la claridad y calidad de un texto tradicional a uno multimodal, el mexicano Pablo Boullosa, que en distintos videos (YouTube) intenta facilitar un aporte a la reflexión en diversos temas educativos y filosóficos, lo que en este concepto de literacidad digital, constituiría un texto de valor.
Queda la conclusión de que no basta la sola alfabetización, ni la comprensión relativa, sino que hace falta establecer propósitos en cada uno de los actos de lectura, para que esta sea un verdadero acto de crecimiento.