Mientras en Guatemala amanece primero la violencia y después el día, vemos a los semilleros jugando a gobernar el país con una imagen ya deteriorada. Como si fuera poco note algo en Zacapa hay más armas que personas, además nuestra sociedad solo trata de destruir tus ganas de ayudar, al final continuamos viendo que la primavera solo florece para los integrantes del partido semilla, sus politokers y hasta los colados.
Hoy sentimos la muerte de Farruko Pop, un “influencer” y aspirante a cantante, pero no solo él ha muerto hoy, sino que hay muchos más que no están llegando a sus hogares por la ola de inseguridad, violencia y muerte en el país, ya no es un gobierno nuevo, el Estado como siempre nos volvió a fallar. Imagínese, la sobrina de Sandra Torres, está casada con el líder de una de las pandillas más peligrosas. Así son de asquerosos los parientes de la Tarántula y existen cero dudas y un montón de pruebas, ¡qué calibre de sinvergüenzas! (fijo muchos sufrimos de amnesia y otros de estupidez) al final “al que le caiga el guante que se lo plante”.
Mis hij@s ficticios están agradecidos de que nunca los traje a este mundo en decadencia. Guatemala se está convirtiendo cada día en un país más violento y las noticias pasan desapercibidas, parece fin del mundo o al menos de la Civilización Occidental.
Antes de hacerte gnóstico, budista, judío, musulmán, católico, cristiano, mormón, testigo de Jehová, etcétera, hazte “humano”. “Israel” y “Palestina”: ¿dónde debería comenzar la historia y debería importar? Como ocurre con casi todo lo que tiene que ver con este conflicto, depende de a quién le preguntes. Algunos comenzarán con los romanos. Otros comenzarán con la migración judía de finales del siglo XIX, a lo que entonces era el Imperio Otomano –para escapar de los pogromos y otras persecuciones en Europa del Este– y el ascenso del sionismo. O la declaración Balfour del gobierno británico en 1917 en apoyo de un “hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina y los consiguientes conflictos con las comunidades árabes allí. Los términos geográficos “Israel” y “Palestina” tienen una larga historia y connotaciones específicas para judíos y árabes con respecto a sus reclamos opuestos sobre la misma tierra. La única manera de avanzar para los judíos israelíes y los árabes palestinos es dejar de mirar hacia atrás.
Israel: En la última década del siglo XIII a. C., el faraón Merneptah registró que sus fuerzas militares habían derrotado decisivamente a una entidad llamada “Israel” en las tierras altas centrales de lo que entonces se conocía como “Canaán”. Unos siglos más tarde, esa región sería la ubicación de dos reinos: “Israel” y un reino hermano más débil llamado “Judá”, el origen último del término “judío”, al sur. La tradición bíblica sostiene que anteriormente hubo una monarquía unida, aparentemente bajo el nombre de “Israel”. El reino de Israel fue derrocado en ca. 722 a. C. por el imperio neoasirio, centrado en lo que hoy es Irak (la antigua Mesopotamia), e “Israel” dejó de ser una entidad geográfica del antiguo Medio Oriente.
Palestina: En el siglo VI a. C., Judá y su capital, Jerusalén, fueron conquistadas por los neo babilonios, otro imperio mesopotámico. Después del exilio babilónico, el territorio del antiguo reino serviría como centro geográfico de la existencia judía hasta el año 135 EC cuando, tras un desastroso levantamiento judío, el emperador romano Adriano expulsó a los judíos de Jerusalén y decretó que el territorio que rodeaba la ciudad fuera parte de una entidad más grande llamada “Siria-Palestina”. A partir de entonces, serían principalmente los judíos de la diáspora quienes llevarían adelante las tradiciones del judaísmo. “Palestina” tenía como referente último el nombre y territorio tradicional de los filisteos, enemigos mortales de los israelitas (precursores de los judíos).
Como parte de la conquista islámica del Medio Oriente en el siglo VII, los pueblos árabes comenzaron a establecerse en cantidades significativas en la tierra. Aparte de un período relativamente breve de control de los cruzados, Palestina permaneció bajo control musulmán durante poco menos de 12 siglos, y su población era abrumadoramente árabe. Los males y brutalidades cometidos de un lado hacia el otro se han vuelto demasiado numerosos para contarlos. No sirve de nada intentar asignar culpas por la última guerra entre Israel y Hamás. La guerra y los acontecimientos específicos que condujeron a ella son solo más entradas en un libro de contabilidad escrito con sangre y lágrimas. La cruda realidad es que ahora no existe ningún acto de venganza o retribución que judíos y árabes puedan hacer a la otra parte en el conflicto que les permita decir que se han ajustado cuentas de su lado. Como si fuera poco, la historia no justifica ni a Israel ni a Palestina Para ser franco, al menos no en un sentido histórico continuo, como hay una Francia o un Egipto, una China o una Tailandia o una Etiopía. Hasta se menciona en la historia que sin los británicos no habría ni un Israel ni una Palestina moderna. Los judíos afirman que simplemente están regresando a sus raíces, retrocediendo el reloj hasta los tiempos del Antiguo Testamento.
Una batalla puede ganarse, una guerra también, pero la paz y la justicia son las batallas que nunca tienen un final feliz, y de sus victorias depende de la historia. Las dos comunidades son aproximadamente del mismo tamaño y cada una tiene razones históricas, familiares y emocionales para considerar la tierra de Israel-Palestina como propia, la tierra de sus esperanzas y sueños, más allá de las fronteras arbitrarias y enredadas heredadas por las cicatrices militares del pasado. Idealmente, nos gustaría imaginar un Estado verdaderamente binacional y universal, que algún día reúna a estos 14 millones de habitantes y garantice a todos los mismos derechos políticos, sociales y económicos, independientemente de sus orígenes, creencias o prácticas religiosas. Pero antes de llegar allí, habrá que recorrer un largo camino para restablecer la confianza, con la esperanza de que la abyecta estrategia de los terroristas no siga destruyendo esta posibilidad. Lo cierto es hacen más ruido las latas vacías que las llenas, pues con los cerebros es igual.
P.D. Les dejo la frase de Ernest Hemingway, un mito de la literatura mundial: “Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer, con lo que hay”.