Desde hace un tiempo he escuchado que se viene utilizando el adjetivo “nini” para referirse a una generación de jóvenes que en la actualidad ni estudia ni trabaja, recientemente escuché una conversación que de nuevo trajo a mi memoria este término, sobre todo porque hacía referencia a que en los próximos días estará culminando el ciclo escolar en las diversas instituciones educativas.
Curiosamente, he escuchado también a varios padres de familia manifestar cierta preocupación por no saber qué hacer con sus hijos durante el tiempo que estén de vacaciones; preocupación que se fundamenta en que los jóvenes, sobre todo en una edad adolescente, no pueden pasarse en la casa sin hacer absolutamente nada productivo.
Algunas madres de familia manifiestan aún más preocupación, porque de alguna manera “descansan” durante el tiempo que sus hijos están estudiando, y aprovechan para realizar otras muchas actividades que, al tener a los hijos en casa, se limitan. Esto claro está que requiere de una adecuada planificación, para que ni los niños / jóvenes se sientan frustrados por no aprovechar el tiempo que tienen disponible en vacaciones, ni los padres se ofusquen porque sus hijos no están haciendo nada productivo.… solo por favor, no confundamos la productividad con cursos de nivelación o estudiar para retrasadas, porque son cosas muy diferentes.
Mi hermano desde hace unos años se encuentra sacando su especialización en el extranjero, y hace tiempo nos contaba que las personas con quienes trabaja se admiran por lo entregado y responsable que es en sus labores, una de las veces en que él recibía este elogio nos compartía cómo recordaba cuando en las vacaciones del colegio mi mamá siempre nos llevaba a trabajar con ella, por supuesto que la principal motivación de ella era compartir ese tiempo con nosotros, pero sin lugar a dudas durante ese tiempo que compartimos también nos enseñó a ser responsables.
Mi mamá siempre nos ponía retos y metas que debíamos cumplir, claro que para nosotros a veces era solo un juego, pero con certeza me atrevo hoy a decir, fue ahí donde aprendimos a trabajar y luchar por hacer las cosas con excelencia; hoy, gracias a Dios, todos somos adultos y profesionales que seguimos procurando ser cada vez mejores, aunque no perfectos claro está, y muy diferentes entre sí. Esas vacaciones que muy poco tenían que ver con ocio y diversión, nos fueron preparando a cada uno para enfrentar la vida.
Todos en determinado momento debemos aprender a trabajar, sea cual sea la edad que tengamos, e incluso la situación económica. Ojalá usted no piense como muchos padres, que consiente a sus hijos dándoles absolutamente todo, sin enseñarles el valor de ganarse las cosas, haciendo de ellos personas que solo le darán dolores de cabeza, o si usted es joven aún, que crea erróneamente que no tiene necesidad de trabajar porque tiene a sus papás; les aseguro que no hay necesidad de esperar a vivir una situación difícil, que en la vida tarde o temprano se presenta, para aprender a ser productivos, ya que en esos momentos lejos de ver al trabajo con un regalo que nos dignifica y honra, lo veremos como un castigo.
Se dice que la mente ociosa es morada del diablo y es que, con todo respeto, ¿qué podemos esperar de alguien que se la pasa todo el día viendo televisión, durmiendo o vagando por internet? Aprovechemos entonces este tiempo de descanso al máximo, permitamos que nuestros niños y jóvenes se diviertan, pero marquemos las pautas que les permitan disfrutar aún de aquellas actividades que les ayuden a formarse para el día de mañana, hay un sinfín de cosas que pueden hacer para potenciar todos sus talentos, en nosotros está ayudarles a forjar su futuro un día a la vez.
Mercadóloga especialista en Gestión de Proyectos. Capacitadora, motivadora, estratega y analista empresarial.