El término ofrenda siempre produce un escozor mental en las personas que caminan con avaricia, porque al avaro le duele dar. Una de las grandes alegrías de cualquier persona es el dar. La generosidad nace desde lo profundo del corazón y no necesita ser publicitada para que esto sea real; es más, la mayoría de veces las personas que dan de corazón ni siquiera quieren aparecer el listado de los donadores. El dar es parte de la naturaleza de quién es Dios. Dios no da, sino que es dador y por tanto da. Y es justamente en estas fechas en donde se celebra el acto supremo de dar..
Esto era parte de un plan incluso antes de la fundación del mundo. Las Escrituras mencionan que Dios nos conoció desde antes que nos viéramos; el libro de Efesios 1:4 dice: “Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él, en amor “. y por si fuera poco nos conoció en todo el proceso de formación. En el Salmo 139:16 dice: “ Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas “. Así que cuando Él viene a presentarse como una ofrenda, es algo que ya había sucedido muchísimos y miles de años antes de la fundación del mundo; es decir, que fue la materialización de una promesa que él había hecho ya anticipadamente al tener un proyecto de salvación que incluía a todas las generaciones
Quizás el mejor pasaje que define el plan de Dios está contenido en el libro de San Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que crea en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna”. En ese plan se observan dos acciones: la primera tiene que ver con lo que Dios da que creo que no necesita mayor explicación; es la mejor ofrenda que ha existido en todas las generaciones desde que este mundo existe. Y la segunda es la acción humana. En otras palabras que vamos hacer con esa promesa? Con ese regalo? Porque déjame decirte que eso es gratuito no necesitas dar ninguna ofrenda ni alguna penitencia para lograr la salvación porque esa ya la compró Dios con su sangre, con la sangre de su Hijo
Así que finalizando, quiero hacerlo con una gran pregunta: ¿Qué haremos con esa gran promesa? O quizás un poquito más personal: ¿Qué harás con esa promesa?
Cardiólogo - Coach/Conferencista coachedwinibarra@gmail.com