Vicenta Rosal Vásquez, nacida en Quetzaltenango el 26 octubre de 1820, y conocida como “Sor Encarnación Rosal” fue una mujer extraordinaria que sacrificó su vida de manera ejemplar por amor a los demás.
La historia de Sor Encarnación Rosal es, de alguna manera, continuación de la del Santo Hermano Pedro de San José Betancourt, aunque más ignorada que la de éste. La vinculación se da por cuanto fue ella la continuadora de la obra iniciada por el Hermano Pedro en 1672, obra que coincidentemente fue suprimida en Guatemala en la fecha en que nacía la niña Vicenta Rosal Vásquez, en el año 1820 como queda dicho.
La Orden Betlemita iniciada por el Santo Hermano Pedro fue cancelada en Guatemala a causa de la sanción decretada en Cádiz en octubre de 1820 cuando se restablece la Constitución Gaditana. Finalmente la decisión no se llegó a cumplir pues el presidente Gaínza se había plegado a los ofrecimiento de los Aycinena.
Volviendo a la vida de Vicenta, cuando joven era reconocida en la sociedad quetzalteca como una persona alegre, jovial y muy comunicativa, por lo que sorprendió a su familia y amigos cuando con 18 años de edad, en 1838, decidió ingresar al Convento Betlemita de la Capital, a la sazón atendido por dos sacerdotes ancianos, y con muy pocas monjas y ninguna novicia para atender a los niños y familias pobres a las que dedicaban su esfuerzo. En aquella época las normas de vida del convento en la Capital se habían relajado, por lo que ya como superiora Sor Encarnación Rosal se dio a la tarea de reformar la vida monástica, logrando que muchas jovencitas ingresaran al convento atraídas por su fama de santidad.
En 1861, después de reformar la Orden Betlemita y fortalecerla en la Capital, volvió a Quetzaltenango, en donde fundó un colegio y un Convento para novicias. Cuando la Revolución Liberal de 1871, el general Justo Rufino Barrios ordenó que el Convento abriera sus puertas, y que las monjas dejaran de usar el hábito característico, pero Sor Encarnación Rosal se opuso al general Barrios, siendo apoyada por la ciudadanía quetzalteca, de manera que el general Barrios, temiendo una insurrección generalizada, dio marcha atrás en su instrucción. Pero al final las monjas fueron expulsadas del país, como la mayoría de religiosos, por lo que Sor Encarnación se dirigió a Costa Rica con sus compañeras, en donde inició varios proyectos de servicio, como escuelas, hospitales y centros de atención para los pobres, siendo por lo tanto muy querida en aquel país. Para su infortunio la ideología liberal llegó también a Costa Rica y en 1885 el Presidente Próspero Fernández ordenó su expulsión, y tuvieron que abandonar Costa Rica y trasladarse, en condiciones muy difíciles, a Colombia, en donde Sor Encarnación Rosal fundó varias escuelas y noviciados, para luego trasladarse a Ecuador, su destino final, en donde murió el 25 de agosto de 1886 en Tulcán como consecuencia de los golpes sufridos al haberse caído de un caballo. El cuerpo incorrupto de Sor Encarnación Rosal se encuentra en una urna de cristal en la Capilla del Sagrado Corazón en la Ciudad de San Juan de Pasto, en el Departamento de Nariño, Colombia, lugar cercano a la frontera con Ecuador, en donde es venerada por la feligresía de aquella Ciudad. Fue beatificada en 1997, y se le tiene mucha devoción en Costa Rica, en Italia, en Ecuador y Colombia. La causa para su santificación está en proceso ante la Santa Sede; y en Quetzaltenango se espera con ilusión una resolución favorable al respecto.
Una verdadera “Flor de Xelajú”, cuyo ejemplo de esfuerzo, santidad y entrega es digno de ser reconocido por todos los guatemaltecos.