Uno de los peores males de la sociedad actual es la hipocresía que se respira en todas partes. La hipocresía es una especie de cáncer que va haciendo metástasis en las instituciones hasta destruirlas. Es un mal incrustado en todo tipo de instituciones en la sociedad actual.
Algo que distingue a una persona hipócrita son las “apariencias”. El hipócrita cuando está frente a su presa o a la persona a quien juzga sin caridad, “aparenta” ser el mejor de los amigos. La realidad es otra, porque en el fondo de su corazón nos odian con todas sus fuerzas.
Otra característica del hipócrita es creer que lo sabe todo. El que puede y el que tiene la experiencia es él; los demás son unos ignorantes. Y no soporta que alguien venga y le diga algo diferente. Este tipo de actitud lo convierte en un mediocre que vive quejándose siempre de los otros.
La sociedad actual está llena de gente falsa, porque un hipócrita es precisamente eso: una persona falsa con a apariencia de honestidad. Sólo basta con darle un vistazo a quienes nos gobiernan y a quienes tienen el sistema de justicia en sus manos. Posiblemente hay algunos profesionales que quieren hacer bien las cosas, pero la ambición al dinero y la inexistencia de valentía, hace que terminen poniéndose de rodillas ante estructuras corruptas.
Durante estas últimas semanas ha venido en aumento la publicidad de los diferentes partidos políticos en Guatemala. Y la mayoría tiene como candidatos a las mismas personas de hace muchos años. La responsabilidad es nuestra: hay que elegir al menos hipócrita y al menos falso. No es una tarea fácil.
En el ámbito religioso, hay muchas personas hipócritas que hablan y saben muchas cosas de Dios, pero sus obras dicen otra cosa. Con su vida y testimonio predican lo contrario a la sana doctrina de la iglesia. A estos tales, poco a poco hay que irles dando agua para su propio chocolate. No es justo que utilicen a la iglesia como plataforma para hacer dinero.
Es importante que todos y todas vayamos reflexionando sobre este tema de la hipocresía. La hipocresía le ha hecho mucho daño al país y a la iglesia. Es sano para un país y para la iglesia, poco a poco ir construyendo una sociedad más integra y honesta, en la que las personas podamos hablar con transparencia y sinceridad.
La hipocresía es un mal social. Jesús mismo fue víctima de la hipocresía. Luchó contra todos los hipócritas de su tiempo. Esa lucha por construir una sociedad más honesta le costó críticas injustas las cuales lo condujeron hasta la muerte en una cruz. La hipocresía es una actitud asesina que viola la intimidad y la dignidad de las personas.
Tratemos de construir una cultura de la verdad. Es posible. Es anticristiano pelarnos los unos a los otros. Y es que un cristiano no debería de ser hipócrita. Pero hay muchos que se llaman “cristianos” y son unos judas. El alimento diario de un hipócrita es el chisme. Aman el chisme, porque es su jobi preferido. Pero este mismo chisme lo convierte en personas amargadas y frustradas, porque no siempre logran lo que quieren al inventar cosas de los demás. Los hipócritas son personas miedosas e infelices. Y lo peor es que si no cambian a tiempo, mueren sin amigos, porque nadie los quiere de verdad. Que Dios nos conceda la gracia de librarnos de personas silenciosas y de perros que no ladran.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.