Quetzaltenango es una ciudad que con el pasar de los años ha tenido un crecimiento poblacional significativo, además muchas personas de otros municipios y departamentos se han trasladado a vivir a esa ciudad. Como consecuencia de ello, también aumentó la demanda de servicios públicos, entre ellos el transporte público utilizado para que las personas se movilicen para la realización de sus actividades.
En ese sentido la ciudad no se ha modernizado, son varios aspectos los que se deben replantear sin que a la fecha por parte de la municipalidad y la comisión de transportes exista un plan concreto para que los ciudadanos tengan un servicio aceptable, desde que inició la pandemia del Covid-19 se aumentó el precio del pasaje, y peor aún porque el pasaje de manera extraoficial ha ido aumentando cada vez más sin que exista una adecuada y consciente supervisión.
Por otro lado, no existe una supervisión permanente del número de unidades autorizadas, la calidad del servicio que prestan, los horarios y rutas, ya que es común ver como buses grandes y microbuses invaden otras calles y avenidas en áreas residenciales y paradas que no están autorizadas sin que nadie diga nada.
Otro problema latente es que las rutas de transporte urbano se han traspasado a otros municipios, también por las largas distancias ya no es funcional en la ciudad que todas las unidades de transporte pasen por los mismos lugares; ya es necesario crear puntos de encuentro en donde puedan converger distintas rutas para que los usuarios trasborden.
Ante toda esta problemática, una verdadera reforma para tecnificar y modernizar el transporte público es necesaria, pero sin comprometer fondos municipales, pues la tarea de la municipalidad es normar y ordenar para garantizar que los cambios se den de manera paulatina y positiva para los usuarios.