En un país, solo cuando se toma plena conciencia de la magnitud del o los problemas que nos aquejan y afectan a la mayoría si no es que a toda toda la población; solo si entonces comprendemos y aceptamos que la indiferencia, la pasividad y el conformismo a lo único que contribuye y conduce, es a empeorar la situación que se confronta. Solo entonces tendremos que aceptar que, muchos o la mayoría de la población, es y somos cómplices o hasta co-responsables, si no nos involucramos, individual o socialmente y desde cualquier trinchera, en la búsqueda de la mejor forma posible para encontrar y solucionar los problemas que se confrontan.
No tomar conciencia de ello, es servir en bandeja a los aprovechados que nunca faltan: desde la cúpula del poder, pasando por los políticos corruptos y hasta los que agazapada mente, son lobos con piel de oveja o corruptos disfrazados de gente decente, que sigan enriqueciéndose a costa de nuestro patrimonio y no de alguien en particular. Esta reflexión, es un axioma por definición.
La concientización de la población sobre la gravedad y riesgo de contagio que supone la pandemia, es algo indispensable e impostergable. El “sacarle tarjeta roja” a los que no se cuiden según lo sugerido por el Presidente, es algo preocupante, una imprudencia y hasta temerario: tenemos una sociedad que, por lo visto, en buena parte, no ha comprendido la gravedad y magnitud del problema y, esto, es algo explicable frente a una sociedad multicultural, multilingüe y multiétnica como la nuestra. Resulta, entonces, que no partir de este conocimiento, significaría una irresponsabilidad de graves consecuencias y la evasión de la responsabilidad que le corresponde al gobierno.
Ojalá y así lo entiendan las instancias gubernamentales y que revisen si, las medidas que se vienen adoptando, corresponden a lo que la población espera y necesita. No es con regaños como se va a enfrentar el problema; lo importante es, a partir de la concientización de la población y la respuesta que de ello emane, analizar si los tres poderes del Estado, están cumpliendo con lo que, según su obligación, les corresponde para alcanzar los resultados que todos esperamos y deseamos, sean positivos.
Para ser parte de la solución y no del problema, necesitamos entender que, la pandemia, no es el único problema; hay otros y otras derivaciones colaterales importantes, pero, de momento, no tan urgentes como atender el coronavírus. Hay otros que, si no se resuelven, es por la irresponsabilidad de las instancias obligadas a atenderlos. Ejemplo concreto de ello son los amparos controversiales sin atender como los de la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Constitucionalidad; la pasividad del congresista que sigue retardando la designación de los nuevos ministros y otros más que son responsabilidad del Congreso. Por cierto, el editorial de Prensa Libre del 11 de agosto en curso, aborda este problema al analizar lo que llama “vicios politiqueros” del sistema gubernamental y, especialmente, de los diputados.
Todo el editorial es importante y solo destacamos un párrafo que retrata al sistema y el quehacer legislativo, de cuerpo entero: habla de “comportamientos cada vez más recurrentes, pero igual de abominables: clientelismo, tráfico de influencias, negociación de favores, conflictos de intereses, tratos bajo la mesa, trasiegos de votos, financiamiento electoral de dudosa procedencia y más.”. Esto es una breve radiografía que, en pocas palabras, retrata la realidad del país. En ello, destaca el legislativo, donde todavía no aparece la excepción, en cuanto a capacidad legislativa y técnica parlamentaria.
En medio de este maremágnum y mucho más que se podría agregar, hay que destacar la corrupción que, a diario, se viene denunciando en los medios de comunicación: la compra de insumos para atender la pandemia de manera directa y sin licitación; el desorden y sin control de las ayudas que proporciona el gobierno, otros etcéteras y mucho más que se podría mencionar. La falta de programas de concientización social; los vicios que se vienen señalando y otros más, son el canal “perfecto” por donde se desvían los recursos y fomenta la corrupción e impide que todos, individual o colectivamente nos involucremos en y para la búsqueda de soluciones, no solo para enfrentar la pandemia si no en y para la búsqueda de solución al cúmulo de problemas que se confrontan en el país.
El gobierno debe hacer una rigurosa revisión de su actuar y cumplir conforme le corresponde. No hacerlo, es complicar, aún más, los problemas que se confrontan. Se sigue esperando que el Presidente, cumpla su ofrecimiento de campaña de combatir la corrupción; la CICIG, señaló el camino para cumplir con lo ofrecido; no hacerlo, es defraudar la confianza del pueblo y agrandar las corruptelas y vicios heredados de la pasada administración. AL TIEMPO.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com