Si queremos un país en donde reinen los valores y no los antivalores, desde ya hay que comenzar a trabajar juntos. Los promotores del mal en Guatemala siguen haciendo de las suyas, violando a diestra y siniestra la dignidad de la persona humana. Cada día crece el número de personas asesinadas, maltratadas física y psicológicamente a lo largo y ancho del país. No es posible seguir como estamos.
De los últimos actos de violencia perpetrados en Guatemala hay dos que sí me han dejado sin palabras y preocupado. El primero es el de este joven de Quetzaltenango que hace pocos días asesinó a su mamá a sangre fría. El segundo es el del papá que asesinó a su hijo de cuatro años, como consecuencia de una discusión con su esposa. ¿Cómo es posible que esto suceda? La verdad no lo comprendo, porque ni los animales actúan tan salvajemente como estos dos hombres. ¡Ojalá la ley se aplique con todo su rigor con estos “salvajes”!
A pesar de todo, creo estamos a tiempo de enmendar errores y comenzar a construir una Guatemala distinta, un país en el que podamos salir a sus calles y carreteras, seguros de que nada nos pasará. La construcción de un país con valores, comienza con cada uno el seno del hogar. No es fácil construir una sociedad sobre valores, pero hay que hacer el esfuerzo. Urge que cada quien ponga su granito de arena en su propia familia; porque todos los que hacen daño, han nacido y crecido en una familia.
Los valores morales y espirituales están “por los suelos”. Esta realidad es visible en casi todos los espacios de la sociedad. Parece que “conducirse en la vida con valores”, les vale madre a muchos. Por eso es de vital importancia crear espacios que favorezcan la práctica de los valores humanos. Erróneamente algunos dicen que hay “crisis de valores”, pero la realidad es otra. Filosóficamente hablando no hay crisis de valores, sino “personas en crisis” por no conducirse en la vida con valores.
Como seres humanos todos cometemos errores y tenemos debilidades. Pero valdría la pena que cada uno respondiera esta pregunta en su interior: ¿Tengo valores o me vale? El cristianismo nos recuerda: no roben, no maten, no mientan, no deseen bienes ajenos, honren a sus padres, amen a Dios y al prójimo, entre otros. Este último (el amor) es uno de los valores más maltratados y violados en el mundo actual.
¿Qué hay que hacer con el valor del amor? Primero, vivirlo en mi propia vida; segundo, compartirlo con los demás. Decía Antoine de Saint-Exupery: “el amor es lo único que crece cuando se reparte”.Pero nadie puede dar algo que no tiene. Es necesario cultivarlo. Hemos nacido por amor, para amar y ser amados. Es triste encontrarse con personas que dicen “amarnos” y a la vuelta de la esquina son los primeros en traicionarnos.
Si amamos a alguien, amémoslo no por el dinero o poder que tenga; amémoslo por “su don de gente”, por la educación que transmite con sus acciones. El amor no es envidioso, soberbio y no busca dañar a nadie. El amor es el mejor antídoto para erradicar la violencia en nuestro país. Conduzcámonos en la vida con valores. Seamos respetuosos en el tráfico, en el bus, en la casa, en el trabajo, en la iglesia. La práctica de la tolerancia y el respeto al derecho ajeno transforma vidas y países. Recuerde que el mar no sería el mar si le hiciera falta una gota de agua, por lo que debemos ser pequeñas gotas de valores aquí y en todas partes (Teresa de Calcuta).
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.