En estos días los pueblos maya, xinca, garifuna y Mestizo, se han unido. Entretejieron esfuerzos con hilos de hermandad y colores de dignidad. Tomaron las carreteras en todo el país y en las principales ciudades. Manifestaciones en plazas, parques, calles y centros urbanos. A un mismo grito, con un mismo canto, con carteles, vinílicas, papeles, lo que se tenga, exigieron la renuncia de Alejandro Giammattei y Consuelo Porras, por considerarlos los estandartes, o abanderados de la corrupción. No es una petición nueva, desde noviembre de 2020, venimos exigiendo un cambio. En 2015 se logró expulsar del gobierno a un general del ejército, en 2017 no fue posible con el comediante, debido a la protección que en ese momento le otorgo el gobierno de los Estados Unidos, ahora le corresponde a un médico y su fiel servidora.
Sin embargo la salida de Otto Pérez y Roxana Baldetti no significaron cambios positivos para el pueblo en general, al contrario, la situación se ha venido deteriorando. La Corrupción era en ciertas áreas del gobierno y con mucha discreción, hoy es en todas y con total descaro. La pandemia del Covid 19 represento para los políticos, empresarios, militares y sectores afines la gran oportunidad de robarse los miles de millones de quetzales, a sabiendas de que eso representaría la muerte de miles de guatemaltecos.
Por esta razón los pueblos hoy no piden un cambio de presidente, ministros, magistrados, fiscales y diputados, exige una reforma profunda de la estructura del Estado. Tenemos territorio, pero no tenemos una Nación en donde todos estemos representados en los sectores gubernamentales. Pero esto provoca mucho temor en las ciudades, sobre todo en la clase media, integrada por profesionales universitarios, empleados públicos, pequeños y medianos empresarios. Son muchas las razones para temer, desde la ignorancia hasta la arrogancia, son los elementos que abonan a una gran preocupación por un cambio.
La ignorancia porque se cree que se va a fundar un Estado Socialista, lo cual es falso. La arrogancia al manifestar que lo que se tiene en propiedades, bienes y capital les ha costado mucho trabajo, como para que ahora deban perder los beneficios, además afirman que la riqueza del país se produce en los centros urbanos, otra mentira del tamaño del universo.
No pretendo en este pequeño escrito explicar los fundamentos teóricos y filosóficos de las propuestas por la construcción de un Estado Plurinacional, busco hacer conciencia en el lector de la urgente necesidad de cambios, porque además, los pueblos tienen propuestas, y están invitando al dialogo, socializan sus ideas, no las imponen. Esta es una propuesta, si tuvieran la humildad de escucharlos, seguramente nos vamos a sentir representados en ella.
La reforma pretende que el diputado que elijamos sea alguien que represente nuestra cosmovisión, que sienta, piense y actué como uno de los nuestros. ¿Usted siente hoy, que los diputados representan sus sentimientos, ideas y anhelos?
El cambio que debe darse busca que el sistema educativo no sea excluyente, racistas, represivo, impositivo, patriarcal. Escuelas en los pueblos originarios, con maestros de los mismos pueblos, y en su idioma. Cultivando la ciencia y el conocimiento ancestral.
Un presidente del pueblo, elegido, no por los millones de quetzales gastados en la campaña, sino por su liderazgo y trabajo en favor de los más necesitados. Que los ministros, secretarios y empleados de mayor rango no paguen para llegar al puesto, porque si lo hacen, como dijo Mujica, “él que paga para llegar, llega para robar”.
Un sistema de salud con pertinencia cultural. Medicos, enfermeras y personal atendiendo a los pacientes en su idioma, con la medicina de sus ancestros. El sistema de justicia, dando a cada quién lo que corresponde, sin beneficiar al rico, poderoso empresario o narcotraficante, no sé quién es peor.
Los pueblos originarios no quieren que les regalen tierras, piden que se respeten las suyas, y les devuelvan las que le han sido despojadas. Piden respeto a la madre tierra, al agua y al maíz. No van a venir a la ciudad, quieren vivir en su territorio, con los mismos beneficios que vivimos en las ciudades.
Deseamos poder decir, sin ser discriminados, que en nuestras venas corre sangre maya, como en mi caso, con una mezcla de garífuna. Mestizos todos, o si usted lo desea ladino, pero igual.
No tema al cambio, mucho menos a las propuestas de un Estado Plurinacional, a una Asamblea Plurinacional Constituyente. Las enseñanzas que nos deja la pandemia, se focalizan en la frase: o cambiamos, o nos morimos todos.
Después de 500 años de despojo, muerte, represión, desigualdad, y explotación, creo firmemente que es tiempo de construir una Nación, en donde todos sin excepción, vivamos en armonía y felicidad. Construyamos un Estado desde los pueblos que cohabitamos el país, para los pueblos.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.