En Guatemala, las últimas semanas han sido muy difíciles, porque el panorama político es complejo y ha generado terremotos políticos en diferentes entes del Estado. La razón de estos temblores políticos es el combate a la corrupción, lo cual me parece perfecto; por lo que exhorto a las partes involucradas (Presidencia de la República, Ministerio Público, Comisión Internacional contra la Impunidad, entre otras) llegar hasta las últimas consecuencias, pero con respeto, prudencia y responsabilidad.
Por otro lado, los guatemaltecos y guatemaltecas que no tenemos un puesto desde el cual podamos ejercer presión, debemos estar atentos y exigir que se haga justicia, pero con respeto y madurez. El cáncer de la corrupción debe ser extirpado de las instituciones del Estado; pero también debe ser combatido desde lo más profundo de nuestro corazón.
“Corromper” es echar a perder, depravar, dañar, pudrir, sobornar a alguien con dádivas o de otra manera, pervertir o seducir a alguien (RAE, 2014). Y el papa Francisco ha dicho, «la corrupción apesta, la sociedad corrupta apesta, como apesta un animal muerto«. La corrupción le ha hecho mucho daño a Guatemala.
Cuando un comerciante no vende cabal sus productos, cuando una autoridad le exige dinero a las personas a cambio de un trámite o una plaza, cuando no se respetan las colas, cuando no respetan las señales de tránsito, cuando se plagian las tereas del internet, cuando se hace trampa en un examen, se está siendo tan “corrupto”, como los señalados.
Entonces, está bien exigirles a las instituciones encargadas que no se cansen de luchar contra la corrupción, pero también usted no se canse de ser transparente en su vida personal, familiar y laboral. ¿Cuál es la razón de la erradicación de la corrupción? Creo que la razón fundamental es que los guatemaltecos tengamos una mejor calidad de vida. Esta calidad de vida debe manifestarse a través de una mejor infraestructura vial, mejor atención en los hospitales, y más y mejores centros educativos en todo el país. Todo lo anterior hay que hacerlo con el objetivo de disfrutar de la mejor manera el don de la vida que Dios nos ha dado. Porque nadie sabe cuánto tiempo vivirá, pero que mientras habite en esta “casa común” que es la tierra, sea feliz.
El ser humano es un ser finito y limitado, que tarde o temprano es sorprendido por fenómenos tan fuertes como el terremoto que sacudió el territorio nacional la noche del jueves 7 de septiembre a las 10.49 de la noche. Yo estaba escribiendo este artículo, cuando de pronto la tierra comenzó a moverse. Salí de mi cuarto y no podía ni caminar por el fuerte movimiento telúrico.
Escuchaba las campanas sonar, los perros ladrar, la gente gritar y cortocircuitos por todos lados. La energía eléctrica se fue, la señal telefónica falló, los mensajes en redes sociales comenzaron a circular y todo mundo preocupado por sus amigos y familiares.
Es en estos momentos cuando uno valora mucho más a sus seres queridos, y siente que la vida ahí se acaba y que se va como agua entre las manos. Creo que esta es la experiencia de muchas personas. Este tipo de fenómenos naturales nos hacen reflexionar sobre el don de la vida, y valorar más la propia vida y la de los demás.
Que esta experiencia que acabamos de vivir los guatemaltecos nos sirva para reflexionar sobre nuestra vida, y aprender a vivirla de la mejor manera día a día. En estos momentos debemos solidarizarnos unos con otros, y juntos impulsar temblores de cambio que beneficien a los habitantes de este país que tanto ha sufrido. La vida se nos ha dado por amor, por lo que tenemos que amarla sin medida. No desperdicie la oportunidad que tiene hoy de expresar un te quiero, te amo, te perdono, te valoro, te necesito. Recuerde que el amor a Guatemala comienza en usted y en su hogar.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.