Una niña fue por tortillas, colaborando para el bienestar de su casa, cuántos de los que hoy somos adultos íbamos a comprar a la tienda huevos, frijol, azúcar o incluso al mercado o hacer la molida, porque antes era menos probable que existiera una tortillería cerca
A nivel mundial se ve exponenciado el abuso de menores de edad por una diversidad de factores, pero hay uno en particular, el cual se ha visto como ha aumentado su consumo desde que empezó la pandemia, estamos hablando de la pornografía.
La pornografía genera cambios en la forma de ver la sexualidad, se objetiviza a la otra persona como un ser que está destinado a darnos placer, no se valora la vida, no se valora la decisión de esa persona pues es tomada como un objeto sin derechos, sin opiniones.
Muchas veces nos reímos o compartimos algún video que lleva algún tipo de contenido pornográfico de alguna persona que conocemos a manera de “supiste lo que hizo aquella…mira” y es así como ese video que en algún momento era intimo se convierte en dominio social, destruyendo muchas veces a la persona que en ningún momento dio su autorización para que el mismo saliera a nivel social. Pero del cual muchas veces hemos sido participes como sociedad, porque en la sexualidad se encuentra un poder de destruir lo que llamamos reputación.
La niña por su vulnerabilidad, su inocencia, porque aún no está según la ley en la capacidad de decidir de forma voluntaria tener una relación sexual antes de los 14 años, siempre será un delito una relación sexual con ella aunque después se diga que estaban enamorados, que ella lo quería, quiero dejar claro lo siguiente: es un delito.
El efecto de la pornografía en el cerebro se asemeja al consumo de heroína, pues genera descargas a nivel cerebral que generan esa adicción a verla, sabiendo en un inicio que se trata de una fantasía sexual, pero posteriormente se quiere llevar a cabo ese acto.
La pornografía lo que hace es erotizar la violencia hacia la mujer, por eso se ha llamado la cultura de la erotización violenta a la pornografía. Es una grave violación a los derechos de los niños el ser víctimas de violencia sexual. Existen diversas formas de abuso sexual, acoso, violación o explotación sexual en la prostitución o la pornografía. Puede ocurrir en cualquier lugar donde existan niños.
En 2002, la OMS estimó que 150 millones de niñas y 73 millones de niños menores de 18 años experimentaron relaciones sexuales forzadas u otras formas de violencia sexual con contacto físico (Estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños). Puede que varios millones más estén siendo explotados en la prostitución o la pornografía cada año.
Los casos de los cuales oímos hablar son la minoría, porque la mayoría de la verdadera violencia sexual esta oculta, dentro de los hogares, no se denuncia, por estigma, miedo y porque hay poca credibilidad ante las autoridades. Bastaría decir “Para muestra un botón”
Las pruebas indican que la violencia sexual puede tener consecuencias físicas, psicológicas y sociales graves a corto y largo plazo, no sólo para las niñas o niños, sino también para sus familias y comunidades. Esto incluye los riesgos de padecer enfermedades, embarazos no deseados, trastornos psicológicos, estigma, discriminación y dificultades en la escuela, entre otros.
Los niños deben ser protegidos, no se tocan, se respetan.
Experta en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Médica General, con especialidad en Ginecología y Obstetricia. Tiene una Maestría en Sexualidad Humana.