Sugerencias para vivir una santa cuaresma

Para algunos posiblemente la cuaresma no significa nada, más que un tiempo de ferias y venta de comida en las ciudades y pueblos; para otros, la cuaresma es un tiempo de procesiones y otros ritos externos que no les conducen a nada.

            Pero para los cristianos católicos que sí de verdad practican la fe en Dios y en la iglesia, la cuaresma es un tiempo de gracia y de conversión. Tal vez no vamos a cambiar todos nuestros errores, pero si nos tomamos en serio este tiempo de limosna, oración y ayuno, nos convertiremos en mejores personas.  

            Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma con el miércoles de ceniza. Y nosotros, por naturaleza somos seres relacionales. Y la Iglesia, para este tiempo de conversación, nos da tres elementos importantes para vivir una santa Cuaresma.

La primera virtud clave para vivir la cuarenta es la limosna. En realidad, esta es la virtud de la caridad que debemos tener hacia el prójimo. La limosna es ser generosos, es dar a los demás algo de lo que yo poseo. Si tenemos algunos bienes materiales, hay que compartirlos con los pobres, los hambrientos y sedientos de algo, para vivan una vida con dignidad. Pero no sólo podemos compartir cosas materiales. Es importante también, compartir un poco de tiempo con nuestros seres queridos, para poder escuchar a la pareja, a los hijos y a los amigos.

El segundo elemento importante para este tiempo de Cuaresma es la oración, pero no una oración hipócrita, sólo de los labios para fuera. Se trata de una oración profunda e íntima que nos permita estar en sintonía con Dios en el desarrollo de nuestras actividades ordinarias. Todos tenemos pequeñas o grandes esclavitudes de las cuales podemos liberarnos a través de ese diálogo íntimo con Dios. Esa apertura constante con Dios la podemos mantener utilizando los medios que la iglesia nos propone: lectura y meditación de la palabra de Dios, el rezo del santo rosario, el rezo del viacrucis, mínimo una vez a la semana; haciendo obras de caridad, y otras prácticas devocionales que existen en la iglesia.

Y finalmente, la iglesia nos propone el ayuno como un medio de purificación y de conversión personal. Se trata de un ayuno sincero. La iglesia recomienda ayudar desde los 14 años hasta los 59 años de edad. Los menores de 14 años y los mayores de 60 años están exentos, pero esto no implica que no lo hagan. Si lo quieren hacer, pueden abstenerse de carnes y otros manjares sustanciosos.

El sentido del ayuno corporal es que, esta privación de alimentos le ayude a privarse de malos hábitos y vicios realizados con toda normalidad. El ayuno que quiere Dios de nosotros es que esa hambre física me conduzca a un hambre espiritual, a un hambre de Dios. Si esa privación de comida no despierta en mí el deseo de ayudar a mi prójimo, de ya no robar y mentir, de juzgar y chismear menos, entonces eso no vale la pena. Si ayuno de comida, pero sigo robando y le doy rienda suelta a mis malos hábitos y pecados, de nada sirve no comer carnes y otras cosas. El ayuno agradable a los ojos de Dios es el que me lleva a un cambio de mente, de corazón y de mis acciones.