Los resultados del censo de población realizado en 2018 siguen generando muchos comentarios y es que los mismos, no dejan de generar dudas en cuanto a la diferencia que existe entre el dato recién publicado de 14.9 millones de habitantes y las proyecciones que se tienen. Una proyección, del INE es que la población para 2018, sería de 17.2 millones de habitantes, lo que da una diferencia con el censo de 2018 de 2.3 millones. Tomando en cuenta que desde 1950 se utilizan criterios técnicos estandarizados para llevar a cabo el censo de población, podemos calcular una tasa media de crecimiento interanual de la población desde ese año hasta 2002 y resulta que dicha tasa es de 2.8%, que al utilizarla para calcular la población de 2018, da un estimado de 17.5 millones, es decir. 2.6 millones más de habitantes. Otra forma de tener un estimado de la población para 2018, es calculando el promedio de las tasas de crecimiento intercensal desde 1950 a 2002 y tenemos que esa tasa es de 3.01%. Si este promedio de tasa intercensal lo utilizamos para calcular la población de 2018 sobre la base de la población de 2002, el resultado es una población estimada de 18.3 millones para 2018, es decir, una diferencia 3.4 millones de habitantes con respecto al dato oficial. De la misma manera, podríamos seguir utilizando otros criterios estadísticos y con el auxilio de otras variables no demográficas para estimar el número de habitantes y el resultado seguiría sin acercarse a los 14.9 millones que dice el INE.
Creo que si realmente fuéramos 14.9 millones de habientes, las condiciones de vida de la población, estarían mucho mejor, habría menos pobreza, mejores servicios, es decir, probablemente estaríamos a un nivel de vida como Costa Rica, Panamá o República Dominicana. Por lo menos, eso es lo que nos dicen los datos estadísticos de la población y la economía. Veamos. De acuerdo a datos oficiales, entre 2002 y 2018 el producto interno bruto real creció 59.4% y la población creció 32.6%, lo cual significa, que si la producción de bienes y servicios ha crecido más aceleradamente que la población, lo lógico y natural es que lo viéramos traducido en mayor calidad de vida y en una mayor cantidad de habitantes del país, pero no es así. Algo no esta bien.
Según datos del INE, la población pasó de 11.2 millones en 2002 a 14.9 millones de habitantes en 2018, o sea que la tasa de crecimiento intercensal fue de 1.8%. Al revisar los datos censales desde 1950, encontramos que las tasas intercensales fueron las siguientes: 1950-1964 una tasa intercensal de 3.4%, 1964-1973 una tasa intercensal de 2.3%, 1973-1981 una tasa intercensal de 2.3%, 1981-1994 una tasa intercensal de 2.7% y 1994-2002 una tasa intercensal de 4.4%, o sea un promedio de 3.01% en esos sesenta y ocho años. La pregunta es: ¿por qué entre 2002 y 2018 la tasa de crecimiento intercensal es menor, es decir, 1.8%? Resulta muy raro, porque a simple vista vemos fenómenos como el crecimiento acelerado de la mancha urbana, mayor demanda de bienes y servicios, una mayor economía informal, cada vez más vehículos, más y más consumismo. La verdadera razón, probablemente obedece a que el censo no se llevó a cabo con la eficacia esperada, es decir, no se visitaron muchos hogares, para tomar los datos poblacionales y de vivienda. Un ejemplo soy yo, porque no pasaron a mi casa y sé de varios vecinos, a los que tampoco censaron en sus viviendas. Si eso fue generalizado en todo el país, es obvio que los resultados no concuerden con ninguna estimación de la población esperada.
¿Sirven para algo los datos del último censo? Creo que los datos pueden ser muy útiles para conocer muchas características de la población y vivienda. Mi opinión, es que el censo tiene un elevado error de cobertura, es decir, que si se esperaba que la población fuera de 17.2 millones de habitantes, entonces dicho error es de aproximadamente 13.4% de población omitida. Si se calcula el error con estimaciones de una población esperada mayor, pues dicho error también será mayor. Creo que lo mejor es tomar los resultados del censo como si fueran una gran muestra, que por supuesto, equivale a 86.6% de la población estimada. Como resulta una muestra muy grande, se puede suponer que tiene un elevado nivel de confianza, para inferir las características de la población y vivienda, como porcentajes de mujeres y hombres, indígenas y ladinos, área urbana y rural, servicios de las viviendas, etc. Donde hay que tener mucho cuidado, es con el cálculo de indicadores que sirven para conocer aspectos por habitante, como el PIB per cápita, gasto en educación por habitante, gasto en salud por habitante, etc., porque nos pueden dar información falsa como la siguiente: Si calculamos el gasto en educación de 2018 por habitante, tenemos que si la población fuera de 17.2 millones, sería de Q813.39, mientras que si lo calculamos con 14.9 millones de habitantes, tenemos Q938.90 o sea un aumento ficticio de Q125.56 en educación por cada habitante.
Como no es sencillo decir que se haga un nuevo censo, porque es muy oneroso, pues tendremos que utilizar los datos actuales con mucho cuidado y esperar a ver que ajustes hacen los responsables o en su defecto esperar hasta el próximo censo, con el supuesto de que se hará mejor.
Administrador público, economista, politólogo, abogado y notario, y profesor universitario.