La vida es el regalo más grande que Dios nos ha dado. Esa aventura existencial comienza desde la concepción y termina con la muerte natural. En realidad, la vida es una aventura, porque, aunque uno tenga planificado lo que tiene que hacer cada día, cada día nos sorprende con nuevas experiencias jamás soñadas.
En la vida es importante tener un Norte, un Sur, un Este y un Oeste. Quienes encontramos esa brújula de la vida, le encontramos sentido a la vida. Para marcar la diferencia aquí en este mundo, es importante que cada uno encuentre su brújula. Nadie puede ir caminando en la vida sin un rumbo bien definido.
Lo que quiero decir es que cada uno tiene que tener bien definidas sus metas y sus propósitos en esta vida; y luchar cada día por lograr esas metas propuestas. Y en ese ir caminando en la vida se encontrará con muchas barreras, con muchos obstáculos. Los fracasos, las frustraciones y las desgracias son parte de la vida. Pero todos esos fracasos y desgracias por los que hemos pasado o estamos pasando, son experiencias a veces necesarias para lograr las metas propuestas; y, por lo tanto, somos responsables de las mismas.
Al respecto Peradejordi (2011, pág. 37) afirma que “el hombre es, en gran medida responsable de lo que le ocurre, de cómo lo vive, de cómo lo encaja, de las circunstancias exteriores que le acompañan durante su existencia y que, a menudo, le parecen incomprensibles, absurdas e injustas; pero, si no se conoce ni comprende a sí mismo ¿cómo va a comprender su destino?”.
El autor antes citado cuenta: “Aquella tarde, el Maestro les recitó un poema: Todo lo que absorbe la raíz, oculta bajo la tierra, lo manifiesta el árbol en sus ramas y en sus hojas. Todo lo que ocultas en tu corazón, en bien o en mal, Dios lo reproduce en tu exterior. No te quejes de tu destino, no veas la desgracia ni la suerte fuera de ti. Busca en tu interior y hallarás las semillas de lo que te ha tocado vivir”, (Ibid, pág. 38).
Entonces ¿Qué debo hacer con todo lo que ha ocurrido en mi vida hasta donde voy ahora? Tiene que aceptarla e integrar todas las experiencias que haya tenido en su vida. Si usted revisa su vida, le ha ocurrido de todo. Y ¿Quién es el responsable? Usted. Nadie más. Los golpes de la vida son duros; y los efectos de esos golpes los reflejamos en nuestro rostro. El rostro es la expresión visible de lo que pasa dentro de cada uno.
Tenemos que asumir nuestra vida con seriedad, tenacidad y coherencia. Hay quienes se convierten en esclavos de su rutina: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Llevan una vida muy superficial y monótona. Cada uno es responsable de construir su propio éxito, su propia felicidad, o bien su propia desgracia. Cada minuto de tiempo es esencial para dejar de ser esclavo del pasado y construir su propia libertad para deleitarse de las maravillas de esta vida humana.
Un consejo sano: deje que Dios sea el que se encargue de las riendas de su vida y de todo lo que implica vivir. Usted apuéstele lo mejor a su vida, y Dios que ponga el resto. ¿Cuándo comenzar con esta actitud? Hoy. No deje nada para mañana.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.