Se cumplen 500 años de que los emisarios de la corona española reconocieron oficialmente a Quetzaltenango, sin embargo, la ciudad ya existía desde hace miles de años habitada por los k’ichés. En este contexto solo quienes han nacido, crecido o vivido en Quetzaltenango sabrán que solo aquí suceden acontecimientos como la eterna pelea entre las bandas del Liceo Guatemala y El INVO; entre los peritos contadores de la Patria, de la ENCOD y la Robles; la pugna entre la Asociación del Señor Sepultado de San Nicolás y Asociación del Señor Sepultado de Catedral; entre otros.
Las pugnas mencionadas son propias de esta tierra, y no son más que la herencia que ha dejado una invasión en donde se trató de opacar la cultura, costumbres y forma de pensar de quienes eran los dueños del territorio, en donde una clase social se cree superior a otra. En Guatemala, desde la invasión española no se ha fomentado el orgullo por la cultura Maya, sino, por el contrario, esta ha sido objeto de burla y desprecio tratando de opacarla.
Caso contrario en otros países como México, Colombia, Ecuador y Perú, entre otros, donde se promueve la identificación de la población hacia los pueblos originarios. La invasión española fue violenta, y era inminente si no llegaban los españole hubiesen sido ingleses o franceses, pero hay que destacar que 500 años después siguen vivos los síntomas de desigualdad, desprecio e imposición de personas que no han comprendido que todas las personas son iguales independientemente de su origen.
El aniversario del reconocimiento de la ciudad para el reino español, en vez hacer vanas celebraciones con círculos cerrados, era la oportunidad para destacar a los quetzaltecos que han destacado en el mundo en la ciencia, en las artes, en la literatura, en la academia y en varios espacios. Es cierto que existen malos quetzaltecos que se han involucrado en actos ilícitos y malos políticos, pero, son más los buenos que han dejado huellas imborrables y perdurables para el país y el mundo y que cada día engrandecen esta tierra que los vio nacer.