Cada 8 de marzo se conmemora la lucha emprendida por mujeres en el contexto de los años 1900 donde no se tenían las mismas jornadas, salarios y descansos laborales que los hombres. No se celebra ni felicita por haber nacido mujeres, se conmemoran las luchas por la justicia e igualdad de condiciones sociales, académicas, y laborales entre otras.
Esa igualdad que se busca para todas las mujeres es una utopía porque paradójicamente existen muchas mujeres que detienen el desarrollo de esas condiciones e inconscientemente están criando y educando mujeres con pensamiento machista. El pensamiento machista se puede definir como la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.
En ese sentido, existen muchos hogares donde se da preferencia a los hijos varones respecto de las hijas mujeres en cuanto a las oportunidades de estudio o solo se obliga a las hijas mujeres a ayudar en los quehaceres del hogar. Por otro lado, la violencia familiar esta tan arraigada que las mismas madres o mujeres de familia resuelven a golpes los problemas familiares sin priorizar el dialogo.
Es común que cuando una mujer sufre de violencia física, económica o psicológica por parte de su pareja, de un familiar, o compañeros de trabajo; las mujeres que la rodean le inciten a callar o a no denunciar por miedo al qué dirán o diciéndole que ella tuvo la culpa o que ella provocó para que la golpearan. Es decir, no existe apoyo del núcleo familiar o de amistades para que se rompa el círculo de la violencia.
Mas que celebrar con comida o un mensaje, debe abrirse el pensamiento de las mismas mujeres para criar mujeres libres y convencidas de que las oportunidades son iguales para los seres humanos independientemente de si son hombres o mujeres todos tenemos las mismas capacidades y somos útiles a la sociedad.