¿Cuántas veces te has sentido con los ánimos por el suelo y la rutina debe continuar?
Muchas seguramente, y es que, algunas veces; los días son grises desde nuestro sentir, y agregar color no es tan fácil como vestir una prenda en amarillo, naranja, rojo o quizá azul rey.
Las emociones son más profundas y complejas, angustiarse por el futuro o suspirar por un pasado que no se puede cambiar, es un factor muy común, estar en un lugar no deseado o dejarse llevar por comentarios negativos y personas que roban tu energía es desgastante y logra poner a prueba todos los sentimientos. Es por ello, que tomarse el tiempo para el arreglo personal, en ocasiones puede parecer incómodo y con nada de inspiración para comunicar lo que deseas.
Para verte bien, debes sentirte bien, pues es lo que se verá reflejado en tu imagen, tu mirada y la postura que adoptas.
Si estás triste, los colores oscuros son los que inconscientemente vistes más rápido (mientras menos combinaciones mejor), si tu estado de ánimo está alerta, feliz y te sientes con energía buscarás proyectarlo a través de tu imagen (colores, texturas, zapatos limpios, perfume, maquillaje, peinado, actitud, postura, gestos, etc.)
La decisión de ser feliz es tuya, la decisión de mejorar tu día es únicamente tuya, y aunque se escribe y se lee fácil, llevarlo a cabo es un proceso, pero la mente es poderosa y trabajar en tu inteligencia emocional logra grandes resultados. No desmayes en la lucha de crear tu mejor versión, diseña una rutina que te permita sentirte bien y verte bien. Recuerda que en los pequeños detalles está el poder de tu imagen.