¿Existe la maldad en el mundo? Sí. El ser humano es libre, tiene voluntad libre. Es la libertad humana la que le inclina a hacer el bien o hacer el mal. La elección del bien o del mal, depende también del contexto en el que se haya nacido y educado. Si nacimos y crecimos en un ambiente tóxico, lo más probable es que en la edad adulta seamos tóxicos.
Pero, independientemente del contexto en donde se haya nacido y crecido, en el presente “soy yo” el que elijo continuar con este comportamiento negativo, o convertirme en una persona renovada, que se caracterice por su cordura en sus relaciones interpersonales. La decisión es nuestra, porque somos libres.
San Pablo varias veces se preguntó ¿Por qué no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero?, (Rm 7, 25). En algunas ocasiones de la vida, no queremos hacer daño, no queremos ofender a nadie, pero hay una inclinación interna que puede más y terminamos embarrando a los otros de la suciedad personal. Lo peor es que, quien queda mal, no son nuestros destinatarios, sino nosotros. Porque luego de haber hecho algo malo, nos arrepentimos, y nos preguntamos ¿por qué lo hice? Pero, a golpe dado no hay quite.
Un elemento importante a tomar en cuenta es que, el hecho de ser cristianos creyentes y practicantes, no nos hace inmunes al pecado. Puedo ser muy buen cumplidor de ritos y normas litúrgicas, pero muy mal practicante de lo que creo. Los que tenemos la oportunidad de trabajar más dentro de la iglesia, tenemos que estar “vigilantes”, porque tarde o temprano haremos daño por donde nos hicieron daño.
¿Qué hay que hacer para ya no caer tan seguido en las trampas del mal? Primero, tome conciencia de que el mal sí existe en su vida; segundo, decida continuar siendo amigo del mal, o bien comenzar una nueva vida cuyo motor principal sea el Espíritu de Dios. Al hacer una especie de examen de conciencia, va a caer en la cuenta de que el egoísmo, la soberbia, la envidia, la ira, los celos, entre otros, están bien arraigados en su interior.
El responsable de ese depósito de antivalores en su interior no es usted. Usted sólo es un reflejo de ambiente en donde nació y fue educado. Pero como mencionaba más arriba, en el “aquí y ahora” libérese de ese montón de basura interna, y haga un pozo de donde emanen valores que le permitan trascender y ser feliz en la vida.
Este nuevo pozo de agua limpia le permitirá calmar su sed y le enseñará a caminar entre la maldad, la hipocresía y el fariseísmo, pero sin contaminarse. Aprender a caminar entre el lodo es un arte que se aprende con los años. En el camino de la vida todos hemos sido agredidos más de alguna vez por aquellos a quienes no les caemos bien, pero lo bonito es que nunca nos arrebataron la paz; en cambio, quienes se “hacen bolas” por lo que los demás dicen, serán presa fácil.
Sea presa fácil para Dios. Caiga en sus redes. Déjese enamorar por Él, pero no siga siendo víctima del mal en dondequiera que esté. Recuerde que usted es quien decide. Dios ayuda, pero hay que colaborar con Él.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.