Solo mejoras si reconoces tus deficiencias.
Había un maestro rural que por las tardes no podía estudiar, porque los niños jugaban y hacían mucha bulla frente a su casa. Entonces se le ocurrió inventar que había un monstruo que salía en la laguna por las tardes, y que ellos podrían verlo. Pronto la comunidad entera estaba de camino a la laguna. Él, al ver esto, decidió ir también, porque le entró duda, “no vaya ser que fuera cierto” se dijo.
Algunas veces inventamos mentiras y luego nos las creemos. En muchas de esas fantasías, nosotros mismos somos los héroes, y algunos otros se lo creen. O creemos que creen. Mantener una imagen falsa ante los demás es trabajoso, y más aún mantenerla frente a nosotros mismos. Un autoengaño que no nos deja avanzar.
Y si no vamos a ser sinceros con los demás, porque queremos conseguir algo, por lo menos seamos sinceros con nosotros mismos, que es el primer paso para la armonía interna y luego para la armonía social.
Reconocer duele, pero es un dolor saludable. Hay gentes que tienen la tendencia a huir del dolor de darse cuenta de sus errores, entonces solo buscan alivio inmediato. Les resulta aversivo examinar ante sí mismos y más aún, ante los demás sus defectos. Pero si cuando vemos realmente el problema y lo planteamos bien, ya lo tenemos resulto en un 50%.
Esa disonancia cognitiva que contrae la decepción de darse cuenta que, en lo que se confiaba antes resulta ser no ciento, lleva un precio a pagar, ese precio consiste en aguantar la tensión y desarmonía interna, un desbarajuste de emociones, por la muerte de la imagen falsa que se tenía de sí mismo.
Mantener una imagen falsa ante los demás, también lleva mucha tensión que a la larga resulta ser más dolorosa. Es más lógico mostrar nuestro propio rostro, pues lleva menos esfuerzo. Y si nos van a querer, que nos quieran como realmente somos, así nuestra nueva imagen será asentada son bases sólidas.
Cuando sentimos que estamos a prueba, porque nos hablan de un tema que no entendemos, entonces tenemos la tendencia a querer mantener el status. Pero resulta ser más sano reconocer que no comprendemos de eso, que no podemos, que no creemos, que no lo vemos lógico o que nos aburre. Si decimos que sí podemos, quedamos bien por un momento, pero luego quedamos mal por todo el tiempo.
“Si te vas a decepcionar de mí, me da pena que pierdas la imagen que te habías formado de mí, pero ese, es tu problema”. Podríamos decirles. Es inútil estar luchando para no defraudar el esfuerzo de los demás, que experimenten desequilibrio cognitivo o vergüenza sobre mí, pero es un camino que también tienen que recorrer.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Por querer economizarte el viaje, no avanzas en el camino”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo