El coqueteo, las falsas promesas y las diferentes formas que se adoptan para atraer el voto de los ciudadanos, no son nada nuevo ni novedoso; esto siempre ha existido y existe. Al amparo de quienes piensan que, “en política como en el amor, todo se vale”, incluso, las trampas como medio para alcanzar el ejercicio del poder. Quienes cuentan con los recursos para ello, adoptan varias formas para atraer el voto de los electores: COMPRAN EL VOTO “regalando” víveres, instrumentos de cocina y otros bienes y otras formas que disfrazan de buenas acciones para atraer el voto aprovechando la situación de pobreza de diferentes personas, especialmente, en las áreas marginales del territorio donde habrá de efectuarse un proceso electoral, sea para elegir presidente, diputados, o alcaldes y concejos municipales.
Si bien a nivel de elecciones en general esto está comprobado, la compra de votos en el Congreso de la República, aunque sea racional y políticamente inaceptable, según denuncias que en su momento se han señalado, permite concluir en que, en El Congreso, cuando se busca aprobar algo para lo que no existe la mayoría requerida, también se recurre a esta posibilidad: se pasa de la presunción, a la realidad. Obviamente, los protagonistas de este procedimiento para alcanzar la mayoría, jamás aceptarán que tal cosa e ilegal sistema, exista pues, según se presume, la compra del voto se hace mediante un sobre conteniendo el efectivo. Viene esta reflexión, por lo que se rumora insistentemente y ha sido abordado por los medios de comunicación: alcanzar la mayoría requerida, para reelegir al presidente e integrantes, de la Directiva en el Congreso. Según la prensa, para logarlo, varios diputados se reunieron, previo a la elección, con el ejecutivo, para lograr la directiva conveniente para el oficialismo; los mismos medios de comunicación, también suponen y presumen que, el módico precio de cada voto, fue de cien mil quetzales (Q. 100.oo). De ser esto así, pues, como siempre, es el pueblo quien ha pagado esta ilegalidad. Hasta el momento, no obstante, lo publicado por la prensa sobre el particular, nadie ha aclarado absolutamente nada.
Cualquiera que sea el objeto perseguido con la compra del voto: sea en un proceso electoral, o en el congreso para alcanzar la mayoría que requiere la aprobación determinado acuerdo u otra forma que implique inclinar la balanza a favor del objeto perseguido y en función de intereses particulares, no solo es ilegal, sino moralmente inaceptable, pero, la experiencia demuestra que esto, sigue siendo la práctica cotidiana. Tanto a nivel nacional e incluyendo Quetzaltenango la compra del voto, ha existido y existió en el pasado proceso electoral. El problema radica en que, en no pocos casos, la capacidad y la pobreza del perfil de quien triunfa por medio del voto comprado, pasa a segundo plano y esa es la razón por la que, ya en el desempeño del cargo, deja mucho que desear y, en lugar sentirnos orgullosos del desempeño en el cargo también, en no pocos casos, nos avergonzamos del papel desempeñado. En una reunión coloquial, se mencionó uno solo de tantos casos de cuando, a un funcionario electo por el voto comprado, le hicieron una pregunta relacionada con la pandemia y él, muy elegantemente, contestó: “eso lo estamos haciendo para, cuando, los que están vivos y no se han muerto, se mueran” (sin comentarios).
En el caso de los diputados por voto comprado, la situación es grave y hasta empeora: los que llegan y carecen de la capacidad para desempeñarse, son víctimas de viejos lobos de mar: son manipulados y se prestan dócil y mansamente a los propósitos de los malos como pudo ser el caso ya comentado sobre la presunción de la compra de votos que anteriormente hemos señalado. Recordemos que, en el congreso, se presume todavía existen los “patrioteros” del pacto de corruptos que están a la caza de incautos que, sin la más mínima preparación, y alcanzan una curul, donde no resisten la tentación de sentirse atraídos por un cañonazo de cien mil quetzales que era el contenido de uno de los sobres que se presume circularon, para lograr la mayoría que permitió, la reelección de la Junta Directiva del oficialismo, en el Congreso. AL TIEMPO.
Nota de la redacción: El distinguido columnista Luis Felipe Samayoa falleció el 12 de noviembre, un día antes había enviado su columna, como habitualmente anticipaba sus columnas de cada lunes. Nuestras condolencias a su familia y lectores. ¡Decanse en paz!
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com