“La participación es el compromiso voluntario y generoso de la persona en los intercambios sociales. Es necesario que todos participen, cada uno según el lugar que ocupa y el papel que desempeña, en promover el bien común”, (CIC No. 1913). Los ciudadanos deben cuanto sea posible tomar parte activa en la vida pública”, (CIC No. 1915). La iglesia contantemente nos invita a participar en la vida pública. Un área de esa vida pública es la “vida política”. Los cristianos no podemos quedarnos con los brazos cruzados ante la actual situación política de este país.
En Guatemala la mayoría de los ciudadanos somos cristianos, es decir, seguidores de Cristo. Y como seguidores de Cristo, los laicos tienen la responsabilidad de ordenar las realidades temporales, haciendo con honestidad y excelencia sus diferentes actividades laborales. Y nosotros los consagrados, también tenemos la responsabilidad de desempeñar nuestra vocación de manera extraordinaria en la vida pública de la sociedad. Los sacerdotes no podemos participar en política, pero sí podemos ejercer el derecho al voto; y, además, podemos orientar a nuestros feligreses en cuanto a su participación política en la actual coyuntura de Guatemala.
En este proceso electoral hay un poco de todo. Algunos quieren participar como se debe, es decir, van a acudir a las urnas este 25 de junio para ejercer su voto, puesto que están conscientes de que sólo de esa manera se pueden limpiar algunas instituciones del Estado. Otros están desmotivados y se quedarán en sus casas sentados como espectadores de la realidad política. Hay quienes están promoviendo el voto nulo, porque creen que esa es la única manera de repetir las elecciones nuevamente. Yo no comparto esta campaña del voto nulo, porque, por un lado, será difícil llegar al cincuenta por ciento más uno de votos nulos; y por otro, si en dado caso se repitieran las elecciones, los candidatos serían los mismos. Entonces el “votar nulo” no tiene sentido.
Yo creo que la mejor manera de expresar nuestro patriotismo es acudiendo a las urnas y votar por aquellos candidatos que, en conciencia, consideremos que son las mejores personas que pueden transformar a este país en un país que esté, no entre los cinco más corruptos de América Latina, sino entre los cinco más desarrollados de la región. Suena a utopía, pero no hay que perder la esperanza.
Participemos en la vida pública y política de Guatemala. No seamos cómplices del sistema corrupto de Guatemala, quedándonos durmiendo en la casa este 25 de junio. Ya no seamos coyotes de la misma loma. Que ya no nos den atol con el dedo. Abramos bien los ojos. Los candidatos punteros en las encuestas, son parte de este sistema político podrido de Guatemala. Y si nosotros queremos un país más sano en sus instituciones, tenemos que participar activamente cumpliendo con nuestro deber de emitir el sufragio.
En este sentido sí es válido afirmar que en el pueblo está el poder, porque con nuestro voto nosotros los ponemos ahí donde están. Si nos quedemos sólo como espectadores, entonces nosotros seremos los responsables de dejar a más de setenta diputados transeros que se quieren reelegirse en el Congreso; y seremos cómplices de dejar en el poder por cuatro años más a los buitres de siempre.
Como cristianos, tenemos que pedirle a Dios durante estas últimas dos semanas previas a las elecciones, que nos infunda su Espíritu Santo, para que votemos por los candidatos menos corruptos. Hay que tener fe y confianza en que, si le pedimos a Dios autoridades honestas, sí es posible que Dios nos las conceda. Recuerde: “A Dios rogando, y con el mazo dando”.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.