Un futuro de cambios y retos
Anualmente, cerca de 200,000 jóvenes se suman a la economía de nuestro país buscando un empleo formal. De este crecimiento anual de la fuerza laboral, Guatemala es capaz de generar cerca de 40,000 nuevos empleos en el sector productivo y en iniciativas de emprendimientos; ocasionando lo anterior, una brecha aproximada de 160,000 puestos de trabajo no atendidos adecuadamente, y que se insertan en forma de autoempleo en el área rural y en la economía de subsistencia en el peor de los casos.
El reto es reducir esta brecha creando más empleos y más productividad. De acuerdo a la Política Nacional de Competitividad, Guatemala ha priorizado 11 clústers (agrupaciones de empresas relacionadas entre sí) que ofrecen mayor potencial para la generación de nuevos empleos. Para el 2032 se estima que anualmente se requerirán cerca de 600,000 nuevos empleos. Los clústeres priorizados están divididos en 4 grandes áreas: (1) Agricultura, ganadería y pesca, (2) Industria manufacturera, (3) Servicios de turismo, salud y tecnologías de la información, y (4) Sector construcción.
En este sentido, la producción guatemalteca atiende a los tres sectores de la economía; sin embargo, cuando prestamos atención a la provincia “el interior”, notamos que la economía se mueve mayormente en el sector primario (extracción y materias primas) y el terciario (servicios), este último muy poco desarrollado en la actividad de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Por otro lado, el sector secundario (transformación) es impulsado mayormente en la regiones Central y Metropolitana, habiendo muy poca industria en las demás regiones de Guatemala. Como habrá notado, tenemos poca actividad económica en temas de innovación y tecnología, que es la novedad económica en países desarrollados.
He denominado a esta columna Reinventando la mano de obra, término que prohijé de la excelente conferencia de la señora Saskia Bonnefoi, en el último Guatemala Innovation Fórum, organizado por Ponacom; quien nos hizo un recorrido sobre la competitividad y la transformación digital, y que me motivó a escribir lo que usted amablemente hoy lee.
Es indispensable innovar para competir globalmente:
En mi opinión, el incremento de puestos de trabajo se logrará mejor cuando Guatemala le apueste a la innovación y a la educación primaria y universitaria de calidad. Países que lo han hecho ratifican esta opinión, veamos el caso de Estados Unidos, que todos conocemos y que don Andrés Oppenheimer nos cuenta a través de uno de sus libros: Actualmente están trabajando en impresoras 3D que fabrican zapatos y ropa (en Guatemala algo hay de esto), se hacen pruebas con drones que repartirán pizza, los autos sin conductor que impulsa Google, se hacen pruebas con materiales que se reparan a sí mismo, el internet de las cosas (todo conectado), computadoras que prescriben medicinas, la educación personalizada (como Duolingo), los viajes de exploración espacial que se esperan inicien en 2025, etcétera. Todos sabemos del Valle del Silicio, que atrae a miles de innovadores de diferentes nacionalidades. Así también podríamos dar un breve recorrido por países como Colombia, Brasil, México, Perú, Argentina, entre otros que le están apostando a la innovación.
Países desarrollados y emergentes están promoviendo ya las llamadas carreras del futuro, veamos algo de ello: se estima que en Latinoamérica se crearán cerca de 1.2 millones de empleos solo para el área de programación de software; además, nuevos empleos para ingenieros civiles por el incremento de la inversión que la región hará en infraestructura vial; científicos de alimentos por el cambio climático, ingenieros biomédicos para desarrollo de órganos, especialistas en seguridad cibernética, entre otros.
El mundo avanza y qué sucede con Guatemala. Sin perder más tiempo, debemos empezar por mejorar la educación primaria y universitaria. En promedio un guatemalteco estudia 6 años, tenemos dificultades en matemáticas y lectura, las universidades siguen promoviendo carreras con poco impacto en la innovación y productividad, nos hacen falta ingenieros, científicos, matemáticos, etcétera.
No debemos esperar a que el Gobierno mejore la calidad educativa, que lo más que hace es exigir el cumplimiento de los sonados 180 días, que nunca se cumplen; cada padre de familia tiene el derecho de exigir mejor calidad en la educación de sus hijos, no importando si es institución pública o privada; recuerde que la educación siempre se paga, si es pública la pagamos los que tributamos, y si es privada, la paga el padre de familia directamente. No hay gratuidad de la educación.
Si usted es padre de familia, respetuosamente le hago la siguiente pregunta: ¿ya pensó la carrera que estudiarán sus hijos?
Muchas gracias por su lectura.
Contador público y auditor, profesor universitario, consultor empresarial y voluntario en desarrollo económico local y competitividad.