El exceso de ensimismamiento le detiene para ser feliz».
Para usted, terminar de curarse de sus conflictos mentales, el último peldaño consiste en ayudar a los demás. A medida que abandona su autocondolencia y se adentra más en el mundo del otro, empieza la plenitud.
La empatía es la capacidad de generar en nuestro ser un espacio amable y acogedor para que alguien pueda reconfortarse, curarse y aclararse. Es un fino acto de amor. Es salir de sí para entrar en el mundo emocional del otro, preguntándose cómo se siente, en qué cree, en qué piensa, qué le gusta, cómo será ser él. Es una curiosidad expectante y vigilante de los sentimientos, ideas y recuerdos de ese otro yo que o soy yo.
Practique constantemente la empatía, evitando la crítica, el aconsejar, intentar componer eficientemente la vida de la persona que pone en usted su forma de sentir, de ser, de apreciar. Mucho menos ridiculice, niegue o minimice la valoración que ella le da a las cosas.
En lugar de ello, ofrézcale retroalimentación con parafraseo, gestos de escuchar, de atención, de interés. Hágale preguntas con tal de que brote de su ser todo eso que le corroe por dentro y le hará un gran bien.
Practique la empatía con sus niños y niñas, jugando a las caritas, carotas y caretas. Con las caritas, dibújelas en las tarjetas de las emociones con su descripción escrita. Las carotas consisten en exagerar en un drama las emociones de los demás. Se sorprenderá lo atinados que pueden ser los niños y niñas al imitarle a usted. Y con las caretas, puede hacer máscaras de cartulina en donde cada miembro asume un rol y luego intercambiárselo.
Nombre las emociones, señálelas, compréndalas y refléjelas, y generará en todos los ambientes donde esté una muy buena inteligencia emocional.
Los animales y los niños, de forma natural, son empáticos. Los adultos hemos perdido esa capacidad por querer ser muy eficientes, y por tanto prejuicios que aprendemos.
Estos seres inocentes manifiestan esa comprensión profunda de los sentimientos de los humanos, quizá porque saben instintivamente que comportarse empáticamente genera beneficio, se beneficia y nunca se acaba. Le dejo la siguiente frase para que reflexione, “si quieres sentirte bien, haz que el otro se sienta bien”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo