En las páginas anteriores de este documento hemos revisado aspectos importantes y relevantes de la historia de Quetzaltenango, y con ello comprobado las extraordinarias hazañas de varios de sus hijos más dilectos. Se ha comprobado también los momentos críticos que en términos de lo político, lo social y lo económico les ha tocado vivir a sus ciudadanos y al Municipio como un todo.
Uno de sus más preclaros poetas, don Alberto Velázquez nos legó un pensamiento que debe ser la guía que nos oriente; el pensamiento reza así: “Dios bendiga a Xelajú por los siglos de los siglos, y haga brillar perpetuamente sobre su cielo los signos de la grandeza y la concordia”.
Siguiendo esa “imagen” que de Quetzaltenango se nos sugiere, vale plantearse un derrotero inmediato que permita seguir construyendo la grandeza de la Ciudad, asunto en el que los ciudadanos, todos, debemos implicarnos, y para lo que a continuación se sugiere un camino largo, pero que permitirá lograr una Ciudad en las que sus habitantes puedan gozar de una vida sana, segura y con oportunidad de desarrollo personal. A continuación algunas ideas.
Se estima que en Latinoamérica hay 500 ciudades que tienen más de 100 mil habitantes, y de ellas unas 150 son ciudades cuya población está creciendo rápidamente, por ello se les denomina como ciudades “emergentes”; entre ellas se encuentra Quetzaltenango. Pero para que el crecimiento de esas ciudades “emergentes” sea sostenible, se deben implementar formas más eficientes de ofrecer los servicios públicos, de garantizar la seguridad, de facilitar inversiones generadoras de empleo, de proteger el medio ambiente utilizando de manera eficiente los recursos naturales, y adaptarse a las consecuencias del cambio climático. Para todo ello la Municipalidad debe practicar una gestión fiscal que permita financiar el crecimiento, a la par de una inteligente gobernanza.
Por ello, y para que la Ciudad de Quetzaltenango crezca de manera razonable y con calidad de vida para sus habitantes actuales y futuros, se ha formulado un “Plan de Ordenamiento del Territorio” que permitirá diseñar el uso racional del suelo, y a partir de ello definir una “Visión” en consulta con sus habitantes.
Luego debe trabajarse en estrategias para gestión de residuos sólidos y reducción de contaminación de agua y aire; en prevención de desastres y medidas para la adaptación a los efectos del cambio climático. Adicionalmente, en una planificación de la movilidad urbana; en la provisión de agua y electricidad; y en una infraestructura de accesos a la Ciudad, de aeropuerto internacional, de calles y de espacios públicos.
Si lo anterior se da, entonces Quetzaltenango se convertirá verdaderamente en una “ciudad de oportunidades”.
Dentro de las oportunidades hay que destacar las que en su momento definió la Asociación civil “Grupo Gestor”, las que sin ser deterministas ni únicas, proveen a la Ciudad de buena parte de su ingresos y con posibilidades de crecimiento y de generar empleos dignos; estas son: la educación y sus servicios conexos, la salud y sus servicios conexos, el turismo, el comercio; y por supuesto la infraestructura y la agro-industria.
El desafío es complejo. Pero hay que asumirlo con profesionalismo y transparencia para hacer de la Ciudad de Quetzaltenango una en la que sus habitantes puedan gozar de una vida sana, segura y con oportunidad de desarrollo personal.
¡Que Dios bendiga a Quetzaltenango!