Estoy seguro que todos o casi todos más de alguna vez, hemos sentido esa sensación o turbación de nuestro estado de ánimo provocado por nuestra conciencia, derivado por alguna falta cometida o por una acción deshonrosa y humillante.
Ahora no voy a dedicar estás líneas a las personas que por naturaleza -desgraciadamente- han perdido la vergüenza, me refiero a los politiqueros o los mercaderes de la pobreza.
Gracias a Dios, tengo material para abordar este tema, digo, para que no crean que, como no profeso el catolicismo, la voy a emprender contra esta fe cristiana. El día lunes 6 de los corrientes me impresionó oír y ver un mensaje evangélico de 8.01 minutos de duración posteado en el Facebook, de entrada, digo, Dios bendiga a esta persona -DIEGO SIC- y ojalá los oyentes hayan entendido tremendo mensaje.
Para empezar, nada de hermenéutica, historias bíblicas, acontecimientos de hace más de 3 o 4 mil años, que a la postre, la gente sale del culto, exactamente como llegó, es decir, vacío, con la cabeza y el corazón hueco, ah, pero, muy feliz porque el pastor y la congregación notó su presencia y en consecuencia no le dirán, estás caído, porque no asistió al culto.
Más del 50% de los guatemaltecos son evangélicos y más del 45% son católicos, pero, -dice el predicador-, hay dos cosas en común. Los católicos y los evangélicos creen en Dios y en la biblia, pero, para nuestra vergüenza, Guatemala es uno de los países más corruptos del mundo, se pregunta el Sr. Sic, entonces ¿dónde queda nuestra cristiandad? Si me permiten, voy a parafrasear: En el congreso de la república hay evangélicos y católicos, sin embargo, es un lugar donde reina la corrupción, la injusticia, la inequidad, entonces, dónde queda nuestra cristiandad -se pregunta nuevamente el predicador, es solo el título. Al escuchar esta parte de la prédica, vino a mi mente, al vil y corrupto diputado por Sololá, Allan Rodríguez, quien presidió el congreso de la república en 2021 en dicho período se endeudo al país como nunca había pasado. Como él, hay un tanate de diputados. Los alcaldes, los diputados si no son evangélicos son católicos, pero, están robando a manos llenas, las calles deberían estar pavimentadas o asfaltadas, pero, todo se lo roban. Incluso, el gobernador no se quedó atrás, si no es católico es evangélico y está robando. ¡Qué vergüenza!
Hizo una ligera comparación entre Japón y Guatemala. En Japón, si encuentran un celular tirado en la calle, lo llevan a la policía, y se lo entrega el dueño, en Guatemala, en los IGLESIAS se pierden los celulares. Qué vergüenza. El día martes asistí a misa en una iglesia católica, y mi sorpresa fue notar varias cámaras de seguridad dentro de la casa de Dios. Dios bendiga al Sr. Diego Sic, con palabras sencillas, nos dio una tremenda jabonada a católicos y evangélicos.
En otra red social -Twitter-, el sacerdote SergioGP@ publicó el siguiente mensaje: “Soy sacerdote, pero me da rabia y vergüenza que el Nuncio Apostólico se preste para bendecir a la Fiscal General como si ignorara el daño que le está haciendo a este país al ser la principal aliada del #PactoDeCorruptos y el instrumento de represión de jueces y fiscales honestos.” Entonces, ¿de qué cristiandad estamos hablando?
Predicas, comunicados y reflexiones como las que hice alusión anteriormente, urgen en las dos religiones más grandes de Guatemala -evangélicos y católicos-, ya basta de tanta ilusión celestial, debemos desechar la falsa interpretación de que, solo los pobres entran al cielo: Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5:3. Esta cita bíblica tiene otra connotación, otra interpretación, no se refiere a que, es mejor ser pobre que rico.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.