En los últimos días ha habido hasta cinco temas más “destacados” que la segunda vuelta electoral, para elegir al próximo presidente del país; desde la compra de aviones a Argentina, hasta la boda del vocalista de una banda mexicana, pasando por el deporte, la farándula y otros ámbitos de las noticias.
La incipiente campaña electoral para el balotaje ha hecho que la política pase a un segundo plano, olvidando por un momento la difícil realidad para elegir entre uno u otro candidato, lo que al menos contribuye a la salud mental, emocional y social; no obstante, que la importancia del tema haya disminuido respecto a la primera vuelta, tampoco es que responda solo al descontento de la población y menos es fruto de la casualidad.
Si se analiza, puede ser parte de la estrategia para favorecer a uno u otro candidato, o ambos, el hecho de que de que se hable poco de los comicios y que la atención se desvié a otros sucesos, algunos importantes pero otros irrelevantes, que sirven directa o indirectamente como cortinas de humo, expresión ya trillada en este contexto, y que sin embargo fue mencionada por el escritor mexicano Emilio Krauze en su intervención en el IX Seminario Internacional de Lengua y Periodismo (2014), como uno de los modos adquiridos (malos hábitos intelectuales) de nuestro tiempo, junto con algunos otros, “el doble rasero a la hora de juzgar(…), las tontas simplificaciones, las absurdas exageraciones, el victimismo paranoico…”.
Es sabido, según los procesos anteriores, que en la segunda vuelta la participación de votantes decrece, y si a esto se suma que prácticamente no hay debates, foros ni otros espacios de discusión de las propuestas de los candidatos; las encuestas serias escasean, los tiempos de entrevistas son reducidos, y se habla poco del tema, el panorama es preocupante, pero también sospechoso. Los candidatos, al parecer, apostarán por las negociaciones con los partidos y funcionarios ya electos, y no al convencimiento del votante de manera directa; además, con todos los señalamientos en su contra, sobre todo en un caso en particular, preferirán pasar desapercibidos.
Y aunque no sea solo el presidente quien tome las decisiones, ¿qué tan importante es para la población el futuro del país en el ámbito del poder Ejecutivo?