“Lean para no ser como ellos (ovejas)”, la frase de un presentador de televisión española que hace referencia a la importancia de la lectura.
La fecha del Día del Libro fue establecida en relación a dos autores universales Shakespeare y Cervantes, paradójicamente, siendo una de las obras más conocidas y estudiadas El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha no es un libro que genere un gusto por la lectura; en los distintos espacios es considerada una obra complicada, con un lenguaje arcaico y quizá hasta aburrida. Guatemala es un país que refleja un bajo índice de lectura, según los últimos registros se lee menos de un libro al año (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe 2017).
Aun así, es necesario preguntarse también por qué se lee y qué se lee, el propósito de la lectura como los contenidos determinan de igual forma el nivel de desarrollo que se puede alcanzar a través de los libros. En un video, Pablo Boullosa explica cómo el abandono de la lectura de los clásicos fue uno de los factores que influyó para que el nivel en las pruebas de lectura en Estados Unidos disminuyera.
Desde hace algunos años, y en la actualidad, se promueve la idea de sugerir lecturas amenas, de fácil comprensión y entretenidas, esto se da principalmente en los centros educativos; los lectores habitualmente eluden el esfuerzo de acercarse a obras complejas y que requieren del desarrollo de mayores competencias lectoras, es razonable en un proceso de iniciación y promoción de la lectura, pero después de esta fase es un error no buscar libros que exijan al lector mejorar sus habilidades y conocer conceptos más profundos. Los clásicos y las obras como El Quijote, quedan relegadas por su complejidad y por ser consideradas demasiada lejanas a nuestra época, que incluso no se incluyen ni en el nivel superior; limitando el acercamiento a importantes aprendizajes y el conocimiento de bases filosóficas.
Finalmente, respecto al propósito de la lectura, otra tendencia es leer por considerarlo una moda y como un signo de “intelectualidad”, aunque las lecturas sean triviales y no exista un objetivo; dentro de ese indicador de que el guatemalteco en promedio lee menos de un libro al año, es más preocupante que ese libro que se lee sea para entretenimiento y no para formación; si se lee poco, se lee aún menos para formarse, aunque es una oportunidad y responsabilidad de quienes han tenido el acceso a la alfabetización y la literacidad.
La lectura es un proceso que debe avanzar por niveles, primero desarrollar las habilidades de decodificación y comprensión, luego leer para formarse, leer para razonar y discutir, y finalmente leer por placer, como un complemento de los niveles anteriores.