Cada vez que concluye un año y que inicia uno nuevo, da gusto ver tantas promesas, tantos planes, tantas metas etc. que la gente suele proponerse en el año venidero. Sin embargo, es divertido ver a la mitad del mes de enero donde más del 90% de las metas propuestas han sido dejadas por un lado, desechadas, simplemente porque estas fueron hechas o dichas en un momento de alegría y de celebración y quizás de reflexión. Ahora la pregunta es: ¿es malo proponerse tantas metas en el fin de año? Creo que no. El ser humano en un momento de reflexión tiene el deseo de transformar una realidad que ha quedado atascada en el tiempo. Sin embargo, el problema es el hecho de que podemos quedar avergonzados si esas metas las hicimos públicas y en la evaluación de medio año nos damos cuenta de qué estas mi siquiera iniciaron o algunas quizás iniciaron, pero en los primeros días del mes fueron dejadas por un lado. La otra pregunta sería: ¿será que podemos hacer una diferencia en ese porcentaje alto de personas que dejaron sus metas y realmente cumplirlas? Personalmente creo que sí. Podemos cumplir las metas propuestas en nuestro momento de reflexión del nuevo año.
¿Qué podemos hacer entonces para hacer realidad esas metas? Considero que las metas son parte de un plan grande y que este plan grande es materializado a través de las metas. Me parece que tener una visión clara de adonde quiero llegar es contundente a la hora de cumplir las metas. Las metas tienen las características de qué deben ser alcanzables. Y es que a veces muchos se proponen metas tan grandes que cuando no sean logradas la persona queda en un estado de frustración creyendo que en realidad no sirve para llevar a cabo el cometido propuesto. Pero una meta alcanzable puede ser la solución a esos problemas. Otra característica en las metas es que estas deben ser evaluadas. A lo que me refiero es el hecho de que hay que hacer una auditoría quizás semanal o mensual para observar el avance de la misma o en todo caso corregir el rumbo o cambiar la estrategia para conseguir el objetivo deseado.
Punto bien importante en cuánto a las metas es que estas deben ser celebradas cuando se alcanzan. La celebración de una meta es una caricia el cerebro y se convierte en un estímulo importante para alcanzar más metas como estas incluso un poco más grandes. La conducta normal del ser humano no incluye la celebración de las metas, pero es muy importante hacerlo. El estado emocional en el que te encuentras cuando logras una meta muchas veces no tiene descripción por la enorme alegría que esto representa.
El apóstol Pablo nos da luces también en relación a las metas. Filipenses 3:13-14. “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Es humilde en relación a aceptar de qué todavía no ha conseguido lo que desea, sin embargo, no quedó atascado en el pasado y prosigue hasta conseguir la meta deseada. Olvidar el pasado es importantísimo para la consecución de las metas. No importa cuál sea tu pasado, Dios puede hacer de ti una nueva persona hasta lograr ser la mejor persona que tú hayas soñado.coachedwinibarra@gmai.com
Cardiólogo - Coach/Conferencista coachedwinibarra@gmail.com