Durante los últimos años, desde 2015 hasta la fecha, hemos escuchado con mucha preocupación frases como las siguientes, “los inversionistas extranjeros no vienen a Guatemala debido a la inestabilidad política que existe, o bien, el clima existente de tensión política no ayuda a que los inversionistas inviertan en territorio guatemalteco”.
Todo lo anterior es verdad, debido a la lucha que existe por disminuir, porque es imposible eliminar, la corrupción en nuestro país, grandes empresarios no están dispuestos a venir a invertir.
Pero ¿Qué clase de empresarios afirman lo anterior? Un ejemplo muy cercano y que aún está en investigación es el de la constructora Odebrecht , quien manifestó al inicio de la relación empresarial con el Gobierno de Guatemala que venía a invertir y crear fuentes de empleo. Será eso cierto, por supuesto que no. La constructora brasileña vino al país a corromper a los políticos, el escenario para hacerlo ya estaba montado, por tanto, no fue difícil y las ganancias estaban garantizadas. Por supuesto que ahora con las investigaciones realizadas por el Ministerio Público, con el apoyo estratégico de la Cicig, ninguna empresa con similares intenciones va a invertir en el país.
Durante la historia del país se han constituido empresas como la anterior, cuyo único objetivo es explotar al máximo los recursos naturales, el capital humano y la riqueza que posee el territorio nacional. Basta con recordar lo sucedido en la contrarevolución de 1954, auspiciada por el Gobierno estadounidense, cuyo objetivo era que los empresarios de aquel país recuperaran la posición privilegiada que tenía. La explotación de grandes extensiones de tierra para llevar bananos al norte era un negocio de ganancias extraordinarias, las empresas petroleras también defendieron sus intereses, por tanto nada importo la muerte de guatemaltecos y la división que esto originó para llevar a feliz término sus objetivos perversos.
Rescato acá un párrafo del prólogo del libro de Luis Solano Guatemala, petróleo y minería en las entrañas del poder, que ilustra la clase de inversión y por ende de inversores que están o han estado interesados en invertir en territorio guatemalteco, “las redes de poder que han llegado a Guatemala para invertir en la industria extractiva han tenido históricamente vínculos estrechos con la comunidad anticomunista mundial. Estamos en todo caso hablando de lo que más se silencia: el derecho y el poder de decidir sobre la vida del opositor político. Del capital invertido en estas industrias han salido flujos de financiamiento para sostener el terrorismo de Estado”.
No extraña entonces la existencia de fundaciones que lucha por desprestigiar y demeritar el trabajo del Ministerio Público y la Cicig, abanderados como instancias que luchan contra el terrorismo.
Estos inversionistas extranjeros han sido beneficiados por los gobiernos con concesiones, exenciones de impuestos y bajos porcentajes de regalias. Los recursos más apetecidos por ellos son el oro, niquel, jade, las hidroeléctricas y el petróleo. Estos grandes empresarios extranjeros solo invierten si a cambio reciben prebendas, para ello necesitan funcionarios corruptos.
Este tipo específico de inversionistas no son bienvenidos a territorio guatemalteco. Lo exprimen al máximo, destruyen el medioambiente y la ecología de la región. Para muestra un botón, vean cómo dejó Mina Marlin las cercanías de San Miguel Ixtaguacán. Y lo peor corrompen a los funcionarios.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.