A pocos días de las elecciones generales en Guatemala, los candidatos de los diferentes partidos políticos están quemando sus últimos cartuchos, ofreciendo más de lo que ellos saben que no cumplirán, si llegan a ganar un puesto público. Ofrecen y ofrecen, pero ya sabemos que no cumplirán lo que dicen. Esta es nuestra triste realidad. Así lo prometió el actual gobernante a una cadena de televisión internacional de noticias, afirmando que daría la cara para explicar procesos dudosos, pero nunca lo hizo. Este es sólo un ejemplo de otras cosas que prometió, pero no cumplió.
El desafío para los guatemaltecos es grande. Nos encontramos con una serie de partidos que olfateamos serán más de lo mismo. Hay definitivamente grupos de poder con fines maquiavélicos, que están detrás de cada candidato para que éste baile el son que les pongan. Pero aún en medio de tanto estiércol político, los guatemaltecos debemos salir este 25 de junio a votar por el menos peor entre los peores que hay.
Hace algunos días la “Convergencia Nacional de Resistencia”, encabezada por el cardenal Álvaro Ramazzini, afirma: “en Guatemala existen pruebas que demuestran que el régimen democrático que se pretendía construir ha dado paso a un régimen autoritario y dictatorial corporativo que tiene cooptado al Estado de Derecho”. En este mismo comunicado se menciona al Congreso como el corazón de la corrupción, a una Corte Suprema de Justicia de facto, ilegal e inconstitucional; y a un Poder Ejecutivo como el núcleo del Estado fallido.
Y es que no se puede tapar el solo con un dedo. Lamentablemente en Guatemala hemos llegado a nivel muy alto de corrupción en todas las instituciones del Estado. Surge entonces la pregunta acerca de lo que harán estos candidatos cuando ya estén en el poder que nosotros les otorguemos el 25 de junio. Lo que más se espera de las nuevas autoridades es que sean íntegras y se esfuercen por desmantelar a toda esta red de corrupción que ha permitido que Guatemala esté entre cinco países más corruptos de América Latina.
En los últimos meses ha surgido una campaña fuerte acerca del VOTO NULO en estas elecciones. Luego de un buen análisis sobre las ventajas y desventajas de este “voto nulo”, mi sugerencia es que el “voto nulo” no sirve de nada. El “voto nulo” cuenta, pero tendría que ganar con el cincuenta por ciento más uno. Y siendo realistas, el voto nulo no llegará a ese porcentaje. El voto nulo favorece a los candidatos que representan más de lo mismo en Guatemala. Entonces, por favor, NO al voto nulo.
El 25 de junio salga a votar por el menos peor de los candidatos. Sabemos que no hay casi nada bueno. Y como no hay nada bueno, entonces algunos prefieren no salir a votar. Sugiero que salgamos a votar, pero NO nulo. Vote por el candidato que usted considere que cumplirá algo de lo que está diciendo en campaña. Si sale a votar tampoco deje la papeleta en blanco. Dejar la papeleta en blanco es un atentado, porque los corruptos la pueden marcar a su favor.
Recuerde que no es necesario votar por el mismo partido en todas las papeletas. Si yo voto por el partido X para presidente; para diputado puedo votar por el partido Y, y para alcalde, puedo votar por el partido Z. La constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II dice acerca de los laicos: “Los laicos, que desempeñan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a cristianizar el mundo, sino que además su vocación se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana”, (No. 43). Pues bien, ustedes los laicos tienen que salir a cristianizar un poco la política guatemalteca, asistiendo a votar por el menos peor este 25 de junio. Que Dios nos infunda su santo Espíritu para poder elegir a los candidatos más sensatos y sanos entre el montón de mafiosos que están en la actual contienda electoral.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.