Cada día tiene sus propios problemas. Hay algunos días en los que parece que todo confabula en contra nuestra. Y si no se está bien, todo parece gris. Pero nunca hay que perder de vista que los problemas le dan sentido y sabor a la vida. No hay que desesperarse. Es en esos momentos en los que se tiene que demostrar en quién confía uno, y perseverar.
A pesar de las dificultades que se tengan, hay que sacar fuerzas de lo débil, y seguir siempre hacia adelante. Dice el refrán que Dios tarda, pero no olvida. Tarde o temprano volverá a aparecer el sol nuevamente. Pero se requiere de perseverancia. Sin esa actitud de constancia, es fácil sucumbir.
La perseverancia es esa capacidad de constancia, firmeza o dedicación que se tiene frente a las ideas, a la realización de algún proyecto o de los propósitos que uno se haya planteado en la vida. Nunca hay que olvidar que los grandes proyectos y las grandes ideas requieren de constancia, porque si no, ante la primera dificultad se tiende a renunciar.
Una actitud que suele asumirse ante los proyectos iniciados en la vida es el miedo a fracasar. El miedo es una actitud normal, pero es una gran limitante cuando de perseverancia se requiere en los proyectos iniciados. Lo que usualmente se piensa ante las dificultades es renunciar y abandonar lo que se había comenzado con tanta ilusión.
Lo que se requiere para ser perseverante es que las metas que se han planteado sean claras. Cuando se tiene una visión clara de lo que se ha iniciado, es más fácil darse cuenta que los esfuerzos y sacrificios de toda índole han valido la pena.
La perseverancia es un valor clave en todas las dimensiones de la vida, puesto que no hay ningún área de la misma que no implica esfuerzos. La perseverancia es indispensable en el matrimonio, en la vida sacerdotal, en la vida consagrada, en la vida laboral. Así que, independientemente de la vocación y el trabajo que se tenga, es esencial perseverar. Dice el refrán que el que persevera, alcanza.
En la Sagrada Escritura hay varios textos que nos motivan a perseverar, entre ellos: “bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha pasado la prueba, recibirá la corona de la vida que el Señor ha preparado a los que le aman”(St 1, 12). Como he mencionado antes, es en las pruebas en donde se mide nuestra perseverancia. Pero no hay que desistir, sino insistir y persistir.
Lo que tenemos que hacer los seres humanos ante tantas dificultades es perseverar, pero perseverar, sobre todo, en el amor. La perseverancia en el amor es una señal de que se ha perseverado en otras áreas de la vida. ¿Por qué persevera uno en un proyecto? ¿por qué persevera uno en su vocación? Se persevera precisamente porque uno ama lo que ha emprendido desde hace algún tiempo.
Razones para abandonar un proyecto, una vocación, un trabajo, etc. hay muchas; y muchas veces, son razones lógicas. Pero es ahí cuando se tiene que hacer la opción por la perseverancia. La perseverancia es, en palabras sencillas, una opción por lo que se ama. Cuando algo se ama, por muy fuertes que sean las tormentas, se persevera.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.