En algún lugar, una mujer sin niños, la gente le pregunta: ¿Para cuándo el bebé?; su respuesta varía, «No, todavía no», dice sonriendo, “Bueno, no esperes para siempre ese reloj está en marcha”, dice el que se cree sabio.
Solo ella llora porque ha estado embarazada y devolvió 4 angelitos al cielo; porque comenzó a buscar un embarazo en su noche de bodas hace 5 años; porque quiere desesperadamente un tratamiento in vitro, pero no puede pagarlo; porque la medicación que toma no le permite embarazarse; porque este tema genera roces en su matrimonio; porque sus hermanas tienen hijos; porque su mejor amiga está embarazada; porque su madre sigue preguntando «¿Qué estás esperando?».
Llora porque sus suegros quieren ser abuelos; porque su vecino tiene gemelos y los trata muy mal; porque chicas de 16 años quedan embarazadas sin desearlo; porque hay una habitación vacía en su casa; porque hay un espacio vacío en su cuerpo; llora porque tiene mucho que ofrecer; llora porque ella sería una gran madre, pero solo es madre en corazón.
En otro lugar hay otra mujer de 34 años, con cinco hijos. La gente le dice: «¿Cinco?» Y se ríen… porque esos comentarios son divertidos. La mujer ríe también. Ella cambia de tema como siempre. Sola, llora porque está de nuevo embarazada; porque siempre quiso una familia grande; porque no tiene hermanos y se sintió sola cuando era niña; porque su abuelita tenía 12 hijos y quiere ser como ella; porque no puede imaginar la vida sin sus hijos; porque a veces duda de sí misma y se pregunta si debería haber tenido solo dos niños.
En otra parte, una mujer de 40 años, con un hijo, La gente le dice: «¿Solo uno?» «¿Nunca quisiste más?» «Estoy contenta con uno», dice una respuesta ensayada.
Ella llora porque su embarazo fue un milagro; porque su hijo quiere un hermano; porque ella quiso al menos tres; porque su embarazo fue de alto riesgo. Llora porque ella está luchando para cuidar al que ya tiene; porque a veces uno se siente como dos; llora porque su marido ni siquiera consideró la idea de otro; llora porque todavía no ha perdido el peso que ganó en su primer embarazo; llora porque ella está enferma y el embarazo solo la agrava, llora porque quiere otro bebé, pero no puede tenerlo.
Muchas mujeres lloran porque la gente es grosera con sus comentarios y opinan libremente sobre su vida privada. Estas mujeres están en todas partes; son nuestras vecinas, amigas, hermanas, compañeras de trabajo. Ellas no tienen por qué seguir nuestros consejos ni atender nuestras opiniones. En este 10 de mayo, feliz día a las madres que tienen hijos y también a las que son madres solo en el corazón. (Texto parafraseado del muro Mentes Billonarias)