Parar tratar de abordar de mejor manera la presente reflexión, considero oportuno principiar por referirme a dos definiciones, según mi modesta opinión: como se conceptualiza y qué se entiende por política, y cuáles son las tres categorías de quienes la ejercen o pretenden ejercerla. En pocas palabras, POLÍTICA, es el conocimiento de la estructura del poder y del estado; en cuanto las tres categorías de quienes la ejercen o pretenden ejercerla, son las siguientes: 1). POLÍTICO: el que sí sabe de política, sea de escuela, experiencia y didáctica, o por auto formación; 2). POLITIQUERO: el manipulador que cree ser, lo que no es: el vulgarizador de la política, y 3). CHARLATÁN: el vulgarizador exponencial de la política; aquel que por y sus argumentos discursivos, hay que darle la razón por cortesía, o por lástima: porque cree engañarnos cuando, el engañado, es él. El porqué de esta reflexión introductoria, encuentra su justificación, también, según mi modesta interpretación, en dos eventos que, en estos días, vienen acaparando la atención de no pocos guatemaltecos y aún fuera de nuestras fronteras. Me refiero a la mayúscula torpeza de algunos diputados que pretenden organizar una Comisión anti CICIG que, al rechazarla la Corte de Constitucionalidad, insisten en organizarla con un nuevo nombre: Comisión de la Verdad; por otra parte, por lo que, dicho sea, con el debido respeto, considero una reverenda imprudencia política del futuro presidente, al querer ingresar a Venezuela por razones políticas e ideológicas como guatemaltecos, desafiando el poder constituido de ese país, e identificándose con pasaporte de países europeos. Todo esto, para que el lector, con independencia, pueda ubicar en el rol político que le corresponde, a los protagonistas de los dos casos abordados.
La ocurrencia de algunos diputados de proponer la formación de una comisión anti CICIG, no es la primera ni será la última torpeza que cometen; a pesar del poco tiempo que, a parte de ellos, les queda en el puesto, no sería raro que vengan algunas más pues, con el ya famoso (no por propuestas constructivas sino por lo contrario) pacto de corruptos, solo han llegado al congreso para hacer el ridículo parlamentario como lo demuestran tantos ejemplos que lo podrían ilustrar. Absurdamente, pretenden convertirse en un tribunal y en una instancia juzgadora, al llamar a declarar a los supuestamente afectados por la CICIG, algo que, aun aceptando este absurdo, debió hacerse en su momento y no cuando ésta, ya no existe: ya fue cancelada por los berrinches presidenciales y a pesar de los beneficios que deja al combatir la corrupción y los corruptos resentidos que, como los integrantes de la fallida comisión, pretenden vengarse al grado de, peregrinamente, hasta pensar en la extradición de algunos investigadores que integraban la CICIG y, ahora, están fuera del país. En todo caso, ya la Corte de Constitucionalidad, declaró inexistente a la comisión y, no obstante, ello, siguen insistiendo en su torpeza, ahora, llamándola “Comisión de la Verdad”. Lo cierto es que somos más, los que estamos agradecidos con la CICIG por los resultados de su gestión e investigaciones que, de no realizarse, muchos corruptos ahora en prisión, estarían libres como otros tantos ladrones que siguen llenándose los bolsillos y continúan enriqueciéndose con el patrimonio de todos los guatemaltecos, al amparo del ejercicio del poder.
En cuanto a la imprudencia cometida por el futuro presidente y próximos funcionarios que lo acompañaron en el frustrado intento de ingresar a Venezuela, comentándolo con otros profesionales, uno de ellos, con toda la razón del mundo, dijo: si así es la víspera, cómo será la fiesta; justo razonamiento frente al caso. Y esta acción sí y sí puede considerarse una imprudencia inaceptable porque la está cometiendo quien ocupará la primera magistratura de la nación (Guatemala) y dos funcionarios de primer nivel que lo acompañarán en la próxima administración presidencial. Veamos solo algunas de las tantas razones que pueden respaldar esta reflexión: 1). El presidente de Venezuela –Maduro-, sea bueno o malo o un dictador según lo califican los opositores o sus partidarios, fue electoral y constitucionalmente electo en tanto que el presidente del congreso venezolano –Guaildó-, reconocido por varios países como “presidente legítimo”, incluyendo el gobierno de Guatemala, no tiene legitimidad constitucional pues no es producto de un proceso electoral; 2). Giammattei y acompañantes, se presentaron como guatemaltecos, pero se identificaron, dos con pasaporte italiano, y uno con pasaporte español: pretendían “invitar” al enemigo político e ideológico, del presidente constitucional de Venezuela; 3). El hecho de actuar como guatemaltecos e identificarse con pasaportes italianos y español respectivamente, para encubrir el motivo de la visita, implicaba una ilegalidad que desafiaba al gobierno legalmente constituido y hasta pudo motivar su detención y 4). Y, para concluir coloquialmente: nadie, por confiado e ingenuo que sea; por conveniencia y su propia seguridad, puede abrir las puertas de su casa y permitir, que un enemigo declarado, ingrese libremente a su domicilio: evitarlo, es un legítimo derecho, por donde quiera que se le quiera abordar. Cuestión de lógica elemental.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com