Nunca se humille

Eso mismo que consigues al humillarte, te hace esclavizarte.

La diferencia básica ente humildad, humillación y jactancia es el nivel.  El que se humilla se siente por debajo, el que se jacta por encima y el humilde ni más ni menos.  En una sociedad justa, reconocerse como iguales, es civilizado.  Sin embargo en la historia del opresor y el oprimido se normaliza la humillación, incluso hasta se exalta como un valor moral. 

Han encontrado que proclamando la humildad, la gente se humilla y luego ceden sus derechos.  Menospreciar, descalificar, culpar, ridiculizar, humillar… es una forma de control, y de las más perversas.  Lamentablemente muchos manipuladores han entrado a las altas esferas de las iglesias, empresas y gobiernos… y se han enriquecido, lo que los ha hecho poderosos.  Y un más lamentable, que dentro de los despojados surgen algunos que los defienden.

Usted nunca se humille, aunque intenten confundirle mostrándole únicamente un versículo de la Biblia, o una fracción de una ley, o un dicho alienante de alguna cultura.  Muchos creyente religiosos ya se han estado defendiendo con la frase, “De rodillas ante Dios, de pie ante los hombres”.

Basta ya de dejarse manipular con frases de obediencia y mansedumbre, creyendo que eso es fe, pureza y bondad.  Ser humilde no significa ser humildejo, ser manso no significa ser menso.  

Señale directa y abiertamente a quienes intentan implantar en la gente obediencia por medio de humillación.  Ilumine con su entendimiento a los que se dejan opacar.  Conviértase en un defensor o defensora de la dignidad humana. 

Usted jamás se humille.  Jamás regrese con una persona que le ha denigrado y luego le dice que le quiere.  Realmente no le ama, le usa.  Así es que, brille con su propia luz.  

Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Conseguirás la grandeza, cuando dejes de ser, humilde con el arrogante y arrogante con el humilde”.