En los últimos años, el debate se ha centrado en la tributación de las multinacionales. Empresas de capitales muy grandes, ubicadas en diversos territorios del mundo. Estas organizaciones buscan a toda costa disminuir la carga impositiva (el monto a pagar en concepto de impuestos directos y recuperar los indirectos pagados). ¿Cómo lo hacen? Pareciera complicado, pero en realidad no lo es. Las organizaciones se domicilian en países en donde el régimen tributario es muy favorecedor para ellos. Por ejemplo, si en México se paga un 35 % de impuesto sobre las ganancias, a una empresa mexicana le convendría domiciliarse en Guatemala, porque allí se cancela un 25 %. Bueno, algunos dirán, pero es muy poco. La verdad sí, si comparamos países en donde el pago no es mayor a un 10 %, lo que implicaría un beneficio del 25 % para la empresa mexicana.
En Europa, la OCDE ha propuesto que las grandes empresas que realizan una planificación fiscal agresiva ya no lo hagan. La idea es que se tribute en territorio europeo, logrando así mejorar los ingresos en las arcas fiscales. La apuesta de esta organización centra sus esfuerzos en la existencia de una cooperación entre la administración de las empresas y los gobiernos corporativos, a efecto de reducir costos de la empresa, lo cual compensaría de alguna manera el monto a pagar. En el caso de España, han subido los impuestos y en diciembre se implementó una serie de medidas fiscales tendientes a mejorar la recaudación. Estas medidas no tienen muy contentos a los asesores fiscales y mucho menos a las empresas.
Con la implementación de medidas como un Código de buenas practicas tributarias, y la invitación a grandes transnacionales a que se comprometan en su cumplimiento y exista una confianza entre la administración tributaria y la empresa. Llama poderosamente la atención que uno de los argumentos para todas estas medidas es que los miembros del consejo de administración no se enteran de la planificación tributaria agresiva que realizan los directores. La primera medida contundente, según ellos, es que la planificación fiscal sea aprobada por el órgano más alto de las organizaciones.
Pero Estados Unidos va por otra ruta. El actual presidente prometió que establecería las reglas de juego para que las empresas estadounidenses regresen a domiciliarse en territorio norteamericano. En los últimos días logró que se aprobara la rebaja impositiva más grande de los últimos 20 años, quizá más. ¿Por qué actúa así Trump? Sencillo, las empresas norteamericanas están tributando en países que les ofrecen incentivos fiscales. La clave entonces es bajar la tarifa del impuesto y las empresas reubicarán sus sedes en el país de norte.
Con la medida, el impuesto a las sociedades cae del 35 % al 21 %, son 14 puntos porcentuales de incremento para las utilidades y beneficios empresariales. El partido republicano justifica la medida indicando que, si los estadounidenses tienen más dinero, porque han ahorrado impuestos, consumirán más y la económica crecerá, por tanto, la base imponible también y el monto a recaudar sería el mismo, solo que con diferente tasa impositiva. Parece lógico, sin embargo, política similar fracasó en los años ochenta. Algunos expertos ya se atreven a calificar al país del norte como un paraíso fiscal.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.