Guatemala es el único país con más edificios en Centro América y con las peores carreteras de todo Latinoamérica. Hay algo aquí que no tiene sentido, ahora el vivir diario con precios más altos y los salarios más bajos en las áreas de las empresas privadas y por eso continuamos teniendo una economía estancada y las mercancías se pudren en los anaqueles de los supermercados. Tenemos una delincuencia que ha incrementado y que los números y estadísticas del Ministerio Público, Policía Nacional Civil y el Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala (INACIF) no cuadran y cada día no hay ningún organismo que pueda darnos una explicación. Eso de bajarse el sueldo debería de ser permanente y aplicado para todos esos mierdatarios incluidos a los 340 alcaldes del país.
Todo el mundo sabe que vivimos en una época de aceleración constante, de cambios vertiginosos, de transformación o de desastre que se avecinan donde quiera que se mire. Los rusos, judíos, palestinos, ucranianos, todos se están preparando para la guerra civil, los robots vienen por nuestros trabajos y en las noticias aparecen accidentes de varios autos y motos cada vez que abres las redes sociales. Nuestros pesimistas ven crisis en todas partes; Nuestros optimistas insisten en que simplemente estamos ansiosos porque el mundo está cambiando más rápido de lo que nuestros primitivos cerebros de simio pueden procesar.
Pero ¿qué pasa si la sensación de aceleración es una ilusión, conjurada por nuestras expectativas de progreso perpetuo y exagerada por el filtro distorsionador de Internet?, preguntó. ¿Qué pasaría si realmente vivimos en una era en la que la repetición es más la norma que la invención? En el que los nuevos avances en ciencia y tecnología se ocultan constantemente; en el que envejecemos cómodamente, «ya no somos optimistas sobre el futuro… [mientras] envejecemos infelices juntos». ¿Qué pasa si “Nuestra civilización ha entrado en decadencia”? La decadencia generalmente se asocia con un deterioro moral y/o cultural, así como con un comportamiento autoindulgente. Pero muchas veces simplemente utilizamos la decadencia como descripción del estado actual de la sociedad: estancamiento económico, decadencia institucional y agotamiento cultural a pesar de un alto nivel de prosperidad material. La sociedad decadente es, por definición, ya víctima de su propio “éxito”. Pero es difícil interpretar la decadencia, el estancamiento, la decadencia y el agotamiento como algo más que una visión pesimista de la sociedad. Cada época histórica puede describirse desde el punto de vista del vaso medio vacío o del vaso medio lleno. Entonces, aunque pueda parecer una tontería en estos tiempos difíciles, permítanme intentar defender la visión de intentar ser más optimista y de largo plazo del vaso medio lleno.
¿Hemos dejado de resolver grandes problemas? Queríamos autos voladores; en lugar de eso, obtuvimos autos eléctricos, así la economía del Internet sigue siendo tan real como lo es el crecimiento y la innovación del siglo XXI, se pregunta si el crecimiento y la innovación del siglo XXI no son en absoluto lo que nos prometieron que sería. Es triste saber que en Guatemala no tenemos un estadio deportivo como el que está en la capital de Corea del Norte, ese estadio puede acoger la impresionante cifra de 114.000 espectadores.
Los problemas que enfrenta Guatemala y el mundo son mucho menores que los que ya ha superado y pueden resolverse de la misma manera: no apostando por los milagros, sino aplicando pacientemente los conocimientos y las herramientas que ya poseemos. Si podemos resolver la pobreza global, podemos resolver otros problemas como el cambio climático. Con suerte, también aprenderemos cómo prevenir futuras crisis sanitarias mundiales como la del Covid-19.
La verdad de las primeras décadas del siglo XXI, es que ya estamos entrando en una crisis del liberalismo occidental al estilo de 1930, ni apresurándonos hacia el transhumanismo o la extinción. En cambio, estamos envejeciendo, cómodos y estancados, aislados del pasado y ya no somos optimistas sobre el futuro, despreciando tanto la memoria como la ambición mientras esperamos alguna innovación o revelación salvadora, envejeciendo juntos infelizmente a la luz de pantallas diminutas.
Cuanto más te alejas del brillo del iPhone o Android, más claro se vuelve: nuestra civilización ha entrado en decadencia. Pero mucho ojo, esta definición tampoco implica que la decadencia sea necesariamente una apertura a una catástrofe. La historia no siempre es una obra de moralidad y la decadencia es una cómoda enfermedad: los imperios chinos y otomano persistieron durante siglos en condiciones decadentes, y transcurrieron más de 400 años desde la época romana del emperador Calígula hasta la caída y derrota de Roma.
Al final no tengo prisa, pero tampoco ganas de perder el tiempo.
P.D. Estamos muy orgullosos de vos y sabemos que tu desempeño estará lleno de logros y éxitos. Que la suerte te acompañe en cada paso que des…