En el camino de la vida nos encontramos con fenómenos de toda índole. Esta aventura existencial nos hace pasar por momentos jamás soñados y que nunca hubiésemos querido pasar. Sin embargo, eran momentos por los que necesariamente había o hay que pasar. No hay que renegar de eso que nos pasa, porque sólo así se pule nuestra personalidad. Para no sucumbir en las consecuencias de las acciones que libremente hacemos, los momentos oscuros son indispensables.
Todas las experiencias de humillación, de sufrimiento y dolor por los que pasamos en la vida, cuando son bien aprovechados, nos convierten en personas sorprendentes, extraordinarios y excelentes. La excelencia es para quienes no se rajan, para quienes el miedo, es el mejor medio para hacer de lo ordinario algo extraordinario.
En tiempos de Coronavirus y otras enfermedades que acechan al ser humano, el tiempo es oro. El tiempo es de lo único que disponemos para, en el aquí y ahora, hacer posible lo imposible; para comenzar a gestar esos cambios que tanto hemos anhelado a nivel personal, familiar y social. Con lo que tenemos y somos, podemos influir positivamente, en esta sociedad en donde la falsedad y la hipocresía son de los virus que como el coronavirus no hay cura ni medicina.
Un ejemplo de personas extraordinarias que han aprovechado el tiempo de vida que Dios les ha dado para influir en la sociedad actual es Carlo Acutis. Un joven italiano nacido en 1991 y muerto en 2006. Murió de leucemia a los 15 años. Pero fue un chico extraordinario. El Papa Francisco lo llama “brillante y creativo”. Es un modelo a imitar por quienes aún vivimos en este mundo y soñamos con una sociedad con menos mediocridad por doquier.
Carlo Acutis, es llamado “influencer de Dios”, nativo digital, porque usó la tecnología para evangelizar. Este es un buen ejemplo, de que la tecnología, cuando se usa bien, nos hace santos. Lo importante de este chico es que dedicó su corta vida a influir positivamente en la iglesia y en la sociedad en general. Usó lo que tenía y sabía hacer para influir en miles de personas.
Afirmaba que “todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”. ¿Qué está haciendo usted con su vida? ¿Cómo quiere ser recordado? ¿Cómo original o fotocopia? Que la crianza, que lo aprendido en su familia y en su cultura no le conviertan en lo que usted no desea. En este mundo hay que dejar huellas originales. No nos convirtamos en títeres de nadie. No seamos fotocopias mal reproducidas ni paradigmas pasados de moda. Rompa esos paradigmas oxidados en su vida.
Antes de su muerte, el 12 de octubre de 2006, dijo: “Estoy feliz de morir porque he vivido mi vida sin desperdiciar ni un minuto haciendo cosas que no hubieran agradado a Dios”. Desperdicie el tiempo de su vida en algo frutífero, en algo que beneficie a la humanidad. Ese es el sentido de haber nacido. Hemos nacido para dejar un legado en este mundo. Y como nadie sabe cuándo será el final de su vida, es urgente hacer todo lo que está en sus manos para dejar algo productivo en esta sociedad urgida de líderes excelentes.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.