La infancia está llena de momentos divertidos, de aprendizaje, juegos, rabietas, caídas, inocencia, sorpresa, imaginación… algunas tristezas, llantos, sufrimiento. Cada uno recuerda su infancia de maneras diferentes, de la forma en la que la vivió. ¿Cuántos sueños siguen pendientes? ¿Cuántas heridas sin sanar?
No olvides a tu niño interior, si es necesario sanar, busca ayuda y trabaja en esas emociones. Si consideras reflexionar más sobre las pequeñas cosas que solían alegrarte o divertirte, seguro llegarán a tu mente con nostalgia, haz un recuento de lo que has logrado, los sueños que se han vuelto realidad, los sabores que preferías y como algunos siguen predominando ahora.
No olvides a tu niño interior, recuérdale quién eres hoy, agradece por lo que has vivido y contempla en tu alrededor a esos niños y niñas que pueden celebrar, únete a la concientización de los derechos de ellos y cómo puedes contribuir a que no sean pisoteados. Muchos son felices con poco, sorprendiéndose a diario con pequeños detalles. Soñando en grande, sin pensar en rencores, odio o resentimiento.
Y aunque a veces no sabemos por dónde empezar, deja las excusas, da el primer paso, empieza por ti, empieza por priorizar tu bienestar, trabajar en tus emociones y cuida tu paz mental. Un niño guarda amor en su corazón. ¿Tú, qué guardas en el tuyo?
Recuerda que en los pequeños detalles está, el poder de tu imagen.