Es inaudito que ante la tragedia sucedida en el asentamiento Dios es Fiel, ubicado en el barranco bajo puente el Naranjo en la ciudad capital se pretenda culpar al cambio climático, lógicamente el clima si afecta para que tengamos más lluvias o que estas sean copiosas, también influye en episodios de sequía, pero no es el responsable de que existan asentamientos ubicados en lugares que no deberían de estar habitados.
Las autoridades e instituciones responsables de la prevención de desastres y de darle seguimiento a prevención de desastres pretenden lavarse las manos, por ejemplo la municipalidad de Mixco dice que desde hace varios años les dijeron a quienes vivían en ese barranco que la zona no era habitable, pero apenas en 2020 instalaron energía eléctrica en el lugar; también familiares de las victimas manifestaron que por ocupar un espacio en ese barranco pagaban un alquiler y otros compraron el espacio, la pregunta es ¿quién se benefició de vender lotes en un terreno inhabitable? Y respondiendo a ello se encontrará a los verdaderos responsables de la tragedia.
La mayoría de las personas que ahí viven son indígenas que han migrado a la capital en busca de oportunidades y trabajo porque en sus municipios no existe la mínima posibilidad de superación, las condiciones de vivienda son malas, y, según datos históricos el asentamiento empezó a formarse en el año 1976 después del terremoto, han pasado 47 años y en vez de disminuir ha ido en aumento el numero de familias que encontraron en ese lugar un refugio.
A las victimas no las mató el cambio climático, las mató la ausencia de Estado y la falta de política publicas dirigidas a la población para que pueda tener acceso a una vivienda digna o alguna oportunidad de desarrollo en su lugar de origen en donde puedan satisfacer sus necesidades sin necesidad de instalarse en condiciones precarias en lugares altamente riesgosos.