Desde que nacimos hasta el día de hoy hemos venido acumulando variedad de experiencias que no nos han ayudado a sumar en la vida. Con esto no estoy diciendo que no se tengan experiencias bonitas y agradables. Lo que quiero decir es que, ese pasado doloroso y frustrante, ha hecho de nosotros algo que no somos.
¿Qué no somos? No somos malos, no somos incapaces, no somos inútiles y no somos un problema para los demás. Estamos conscientes de que no somos “eso”, pero nuestra manera de enfrentar la vida refleja que si hemos creído que somos malos e inútiles. Lamentablemente, hay gente negativa y mediocre; y cuando nos encontramos con esa gente amargada, es casi seguro que nos dirán frases hirientes que automáticamente nos harán pensar que sí es cierto lo que dicen de nosotros.
Si en algún momento de la vida me dicen que soy feo o fea y que no soy capaz de nada, y yo me creo eso que me dicen y termino llorando, entonces es un hecho de que si me siguen haciendo daño por donde en mi infancia me hicieron daño. Es necesario entonces desprogramarnos de esas falsas creencias, y programar nuestra mente con ideas más positivas y optimistas. Si no hacemos un alto y mandamos al carajo ese montón de ideas negativas acerca de nosotros mismos, nos convertiremos en sapos.
La vida es demasiado corta como para seguir cargando con tantos clavos y problemas. Y es que nos complicamos casi por todo. Pero, ¿por qué nos complicamos? Nos hacemos bolas porque lamentablemente así nos han formado en nuestros hogares. Muchos de nosotros tuvimos o tenemos a un padre autoritario. Los padres autoritarios normalmente crían hijos e hijas inseguros. Puede ser también que nuestra conducta actual se deba a ese padre permisivo que tuvimos en casa.
Varios de nosotros estamos metidos en charcos emocionales muy, pero muy apestosos. Pero nos hemos acostumbrado tanto a ser sapos y moscas que parece que ya somos un caso perdido. Hay hombres y mujeres que tienen claro que están comiendo basura, pero ahí quieren estar. Una vez una persona me decía: es cierto lo que usted me dice y tiene razón, pero yo no quiero dejar a mi pareja. Y aunque me trate mal, no puedo y no quiero dejarla. Dice el refrán que “cada uno se mata con su propia mano”.
Es triste, pero lo cierto es que cada uno es dueño de su vida. Cada uno es libre de construir su vida como quiera. Pero tenga por seguro que las consecuencias de esa miopía emocional serán fatales. Y ojalá no se pase llevando a personas inocentes que nada tuvieron que ver en el fiambre de su vida.
Si usted es de aquellos hombres que humillan y le dicen palabras hirientes a su pareja, recuerde que “arrieros somos y en el camino andamos”. Tarde o temprano la vida le devolverá ese montón de palabras fuertes con las que en su momento golpeó a su pareja. No la golpeó físicamente. Pero esos golpes emocionales que le ha dado no se quedarán sin recompensa. Cada uno cosecha lo que siembra.
Si usted es de esas personas que disfrutan los maltratos psicológicos, piense bien qué hará con su vida. Si usted es de esas personas que piensan que si la dejan, es lo peor que le puede pasar, razone bien. Muchas personas que pensaron así ya están boca arriba. Jamás permita que le humillen. Usted no es un pollo. Usted es un águila. Usted puede volar muy alto. Solo necesita creerlo, y eso basta.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.