Ni palabras que hieran, ni golpes que matan
Sucedió, hace poco tiempo, el excelente trabajador Hernesto, renunció a su empleo en una gran empresa, todo porque uno de sus compañeros, hizo alianza con otros dos y se dedicaron a fastidiarle sistemáticamente. Se burlaban de él a diario y luego lo abrazaban diciendo que no se tenía que ofender, le cargaban de trabajo excesivo con la intención de que fallara, le saboteaban los informes cambiándole los datos.
Este acoso comenzó, comenta Hernesto, por cumplido en sus labores, a tiempo y con calidad. Recibió un premio, que hizo que le tomaran venganza. Ahora, un trabajador deficiente, acosador, ascendió de puesto provocando el descenso de otro. Tanto los compañeros como los directivos que fueron testigos de esta violencia, hicieron caso omiso, es más, se reían también de las burlas. Así también se convierten en cómplices.
De la misma forma como se da el bullying en los centros educativos, se da el mobbing en la empresa. Los daños pueden ser fatales al punto de generar traumas en quien lo recibe, hasta llegar a deprimirse y suicidarse. O, peor aún, cobrar venganza y llegar armado a matar a los burlones y a todo quien se cruce en el camino. “No importa quién me las debe, sino quién me las pague” dice el refrán.
Las buenas empresas pierden anualmente varios buenos trabajadores, por no darse cuenta de la relación entre sus trabajadores. Incluso algunas llegan a quebrar por un mal trabajador que asciende a puestos clave. Existen jefes que son acosadores con sus subalternos, inclusive buscando favores sexuales, una relación de poder. También algunos subalternos acosan a jefes hasta hacerles renunciar.
El normalizar la violencia es un grave error. La tolerancia cero a la violencia es la solución. “Si permites un golpe la primera vez, lo seguirás permitiendo otras veces” dice otro refrán. Si usted siente que está siendo acosado, debe defenderse primero, pero si las fuerzas son mayores, entonces hay instancias que pueden defenderle, tanto internas como externas a la empresa. Usted no está solo.
Cuando un trabajador siente que le están mortificando continuamente, con plena intención, debe guardar evidencias tanto con documentos, fotos, videos, listado de llamadas, cuadros comparativos de las demoras de tiempos. Preparándose para pelear legalmente. Acá no se gana, rogándole a los abusadores respeto. El respeto no se pide, se exige.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “El primer golpe que me das, es culpa tuya, el segundo es culpa mía”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo