Caras vemos, pero corazones no sabemos, reza el refrán. Cada uno de nosotros tiene sus propias experiencias íntimas profundas, que no siempre los demás saben que las padecemos. Algunos estamos bien, y de pronto una crisis económica, una crisis familiar, una crisis laboral o bien una crisis psico-espiritual. Y andamos en la calle como si nada pasara, pero solo quien las sufre, sabe el peso emocional que lleva dentro.
De ahí la importancia de quienes comparten con nosotros su vida. Y los que comparten más con nosotros, casi todos los días, es la familia y los amigos. La familia y los amigos son quienes deberían estar con uno, en las buenas y en las malas. Sin embargo, ese respaldo emocional no siempre lo recibimos de parte de quienes se relacionan con nosotros.
No siempre, pero en algunos casos, las peores puñaladas las recibimos de esas personas que aparentemente nos aman. Duele ser traicionado por quienes comparten con uno, pero esa es la realidad. ¡Cuántas parejas están sufriendo en nuestros días! Pero no solo las parejas; a veces, los pleitos entre hermanos o entre hijos y padres se salen de control y llegan hasta los tribunales.
Esto me hace confirmar cada día más que cada uno hace daño por donde le hicieron daño en su niñez. Pero es algo inconsciente, es decir, no son conscientes de que están siendo pura lata con las personas que más aman. Y mientras esas personas, tipo mosca, no tengan la humildad para reconocer que están mal, seguirán insultando, gritando y somatando a sus hijos y a su pareja.
Hombres y mujeres debemos reflexionar un poco más sobre nuestra vida. ESTA VIDA ES CORTA. Tarde o temprano colgaremos los caites. La vida es temporal. Somos aves de paso. Por lo tanto, no nos compliquemos la vida. Aprendamos a vivir en paz y armonía. Trabajemos para ganarnos el pan de cada día, pero no nos convirtamos en seres humanos ambiciosos, violentos y agresivos. Tengamos un poco de más empatía social con los demás.
Caiga en la cuenta de que, si usted se muere hoy, no se llevará nada. Dejará el terreno por el cual se peleó con sus seres queridos o con algún vecino. Se quedará la casa en la cual habita hoy. Se quedará el dinero que tiene ahorrado en sus cuentas bancarias. Se quedará todo. Lo único que le ponen a uno el día que muere es la ropa que más le gustaba en vida. Y nada más. Todo se queda aquí en esta tierra.
Nuestra misión en esta tierra es servir con excelencia y amor. Entonces, viva bien, aprenda todo lo que pueda, ame sin medida y deje un legado positivo en la memoria de su gente. Con el dinero usted puede sobornar a alguien para que le haga un favor, con el dinero puede comprar un buen carro, una buena casa, etc., pero no puede comprar un abrazo, una caricia de sus hijos. Aun con todo el dinero del mundo, no puede comprar una hora más de sueño y ni un poquito más de salud.
Entonces, usemos esta vida para amar y no para pisotear a los demás. Recuerde que la misma vida nos devuelve lo que nosotros le damos. Y como no conocemos los secretos de los otros, tratémoslos con delicadeza y misericordia. Cada persona es un mundo diferente. Merecen ser tratados como nosotros queremos ser tratados.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.