Este 10 de mayo es justo hacer memoria de la mujer que me cuidó desde que supo que existía en su vientre. La mujer que se alegró, o que tal vez se preocupó, que no encontraba palabras para expresar lo que estaba sintiendo en su ser, que calló muchas veces, pero que sin duda me amó desde ese momento y no le importó lo que dijeran los demás, con tal de no hacerme daño.
Ese ser maravilloso, que aún conmigo dentro de su vientre, trabajó para alimentarme; que hizo posible todos los imposibles para que naciera bien, puesto que era el regalo más grande de su vida; ese ser que ama hasta el extremo se llama: madre.
Los meses pasaron y llegó el momento de darme a luz, para comenzar la aventura de la vida en esta tierra bendita de Guatemala. De esta mujer madre recibí el primer beso y el primer abrazo de mi vida. Era tanto su amor por mí, que cuando lloraba, corría para ponerme entre sus brazos, y me cantaba canciones con palabras llenas de ternura.
El ser que en muchas ocasiones me tomó de la mano para que no me cayera al piso, que me corrigió cuando cometía errores al hablar; el ser que vestía con tanta delicadeza a quien hoy lee estas letras, y que cuando actuaba mal me llamaba al orden, porque quería lo mejor para mi vida, se llama: madre.
Mi madre, por ser humana cometió errores; pero fue, es y seguirá siendo mi madre y, como tal, merece respeto y amor. Hoy no quiero recordar esos errores; hoy traigo a mi memoria esos detalles de madre que nadie, hasta el día de hoy, ha podido darme.
A ti madre que estás viva, quiero desearte un feliz día, quiero decirte que te amo, que eres mi sol cada mañana, que eres mi luna cada noche. Eres mi paño de lágrimas, mi consejera, mi amiga, mi confidente, eres mi madre. Te deseo lo mejor del mundo, y te perdono por tus errores. Quiero que siempre estés junto a mí. Y que me perdones porque no siempre te llamo, no siempre te ayudo, no siempre acudo a ti cuando más lo necesito. Te prometo ser una mejor hija, un mejor hijo. Pondré todo lo que esté a mi alcance para hacerte feliz, siendo una extraordinaria estudiante, un excelente hijo.
A ti madre, que me abandonaste en un basurero, que quisiste abortarme para evitarte problemas y que te separaste de mi padre, hoy quiero decirte que te amo, te perdono, no te juzgo; sino que te bendigo y te deseo lo mejor. Te agradezco haberme traído al mundo en esas circunstancias, porque gracias a ese contexto hoy soy empresario, soy religioso, son una persona de éxito, que comprende el sufrimiento de un hijo abandonado.
A ti madre, que ya no estás físicamente a mi lado, este día le pido al Dios de la vida te tenga en su presencia. Gracias mami, porque en vida me diste todo y hoy solo me quedan tus recuerdos. Tú te rifaste el físico para que yo sea lo que hoy soy. Mis lágrimas son de agradecimiento y alegría, porque siempre me bendijiste y hoy no me falta nada. Dios te premie.
Todo ser humano ha tenido a “alguien” que ha hecho el papel de “madre”. Mi respeto y admiración para quienes hasta el día de hoy han representado a mamá en la vida de muchas vidas humanas. Felicidades a los padres, que ante la ausencia de mamá, han dado la cara por sus hijos. Felicidades a quienes han recogido o adoptado una vida, cuya vida estaba en riesgo de ser maltratada y eliminada. Al ser que ante la adversidad nunca desmayó, este 10 de mayo, póngale un 10. ¡Feliz día mamá!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.