Al iniciar a escribir esta columna con este título, sería importante conocer algún matrimonio que no tenga que resolver conflictos dentro de la convivencia, en todos los matrimonios existen conflictos que resolver, unos matrimonios han logrado aprender a resolverlos de la mejor forma, por lo que pasan casi imperceptibles, otros en cambio el proceso de aprendizaje es mayor y los conflictos se exponencian convirtiéndose en bombas, que al explotar la mayor parte del tiempo generan daños muy grandes y el conflicto inicial queda sin resolver.
Como consecuencia de no tener herramientas para resolver conflictos encontramos matrimonios que terminan en divorcio o personas que viven en la misma casa pero con total indiferencia.
Uno de los obstáculos primarios en la resolución de conflictos es que la energía a veces está enfocada no en la solución sino en querer que el otro piense, sienta o reaccione como nosotros queremos, de esta manera no lograremos solucionar sino empeorar el conflicto, porque empiezan los señalamientos y acusaciones hacia el otro. Es importante recordar que se trata de resolver “un” conflicto no de cambiar a la otra persona.
Muchas veces hay conflictos en los cuales nos hemos llenado de muchas emociones que no hemos podido canalizar y en un momento dado “explotan” y recurrimos a las palabras hirientes, a los golpes, a la difamación de nuestra pareja, situaciones que por mucho empeoran el manejo del conflicto, por lo tanto una de las cosas primarias de aprender es el manejo de nuestras emociones y la canalización de la energía que estas producen. Esto nos ayudara a manejar los conflictos en fase “fría” y no con la cabeza “caliente” como comúnmente decimos.
En segundo lugar, algo que nos puede ayudar mucho es buscar actividades donde podamos canalizar la energía, un deporte, una conversación, una caminata, escuchar música, leer, orar, etcétera, se trata de canalizar la energía a una actividad distinta a la conversación con la pareja, sin que esto quiera decir que esa conversación no se deba llevar a cabo.
La mayoría de personas que se desenvuelven laboralmente fuera de casa tratan de ocultar o reprimir estas emociones que le genera el conflicto y entonces viven con incomodidad, preocupación, ansiedad o depresión y sin ayuda.
El ver a la otra persona con amor, nos permite aprender a conocerlo, a medida que este conocimiento se vuelve parte de nuestra vida, nos damos cuenta del porque reacciona de una manera en especial y nos lleva entonces a aceptarlo con sus defectos y cualidades, empezamos a valorarlo positivamente.
Al ver las estadísticas de divorcio nos queda claro que muchos matrimonios llegaron al altar, pero no se tomaron el trabajo de analizarse a fondo, de conocerse, y los conflictos mal resueltos tendrán la oportunidad de alejar más y más a las personas.
Resolver conflictos es una habilidad que el ser humano puede aprender.
Experta en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Médica General, con especialidad en Ginecología y Obstetricia. Tiene una Maestría en Sexualidad Humana.