Tal y como lo mencione en otra columna de opinión, el Organismo Judicial es uno de los tres organismos del Estado de Guatemala, por imperativo legal, su función es impartir justicia de conformidad con el ordenamiento jurídico nacional y tratados internacionales dónde el país es signatario, teniendo como base la Constitución Política de la República de Guatemala. En ese sentido, hoy por hoy, la historia nos llama para ser partícipes, observadores, incluso auditores sociales en el marco de la elección de las personas -magistrados- que dirigirán a este organismo del Estado.
Por supuesto, si hablamos de impartir de justicia, debemos tener la absoluta claridad que quienes estarán en esos puestos -magistrados- deben ser personas con conocimiento, competencia y formación profesional, es decir, no cualquier vecino -lo digo con todo respeto- debería ocupar un puesto de magistrado. Hace unas dos o tres décadas cuando se mencionaba los nombres de Edmundo Vásquez Martínez, Arturo Herbruger Asturias, entre otros, pues simple y sencillamente uno se quitaba el sombrero -coloquialmente hablando- porque eran doctos en la materia y, sobre todo, practicantes de honestidad, responsabilidad y respeto.
El primer párrafo del artículo 207 de la CPRG respecto a magistrados dice: “ARTÍCULO 207. Requisitos para ser magistrado o juez. Los magistrados y jueces deben ser guatemaltecos de origen, de reconocida honorabilidad, …”
Estimado lector, es vital para nuestra sana convivencia que las personas que impartirán justicia sean personas honestas, es decir, deben hablar y actuar con sinceridad, es mucho más que no mentir, no engañar, no hacer trampas, ser íntegros, tener conciencia de sí mismo, tener amor propio. Qué agradable es comunicarse con una persona que transmite confianza y seguridad, también estoy seguro de que, más de una vez, hemos tenido que tomar precauciones cuando vemos que la persona con quien interactuamos, no es honesta. No es muy difícil ver las diferencias.
Una persona que aspira a ser magistrado, debe tener pleno conocimiento que, su actuación como tal, debe ser libre de presiones políticas, delincuenciales y de cualquier otra acción que riñe con la ley. La justicia de nuestro país, debe salir de este estado oscuro y perverso en la cual ha estado desde ya algunos años, los magistrados, jueces, etc., deben ser personas simple y sencillamente con reconocida honorabilidad.
En ese orden de ideas, las Comisiones de postulación -de CSJ y CA- ya hicieron su trabajo -evaluaron y seleccionaron a los candidatos para que los diputados al Congreso de la República, elijan a los magistrados titulares y suplentes para ambas cortes. Así dice la ley.
Ahora bien, para nosotros, los de a pie, no estamos muy contentos con el trabajo de las Comisiones de postulación, ahora digo por qué. Sobre los candidatos a la CSJ, es inadmisible, que cosa no entendieron los comisionados sobre RECONOCIDA HONORABILIDAD -mil disculpas por el subrayado y en negrilla-. Un candidato es magistrado vocal en Zacapa, dice que, cursó tres posgrados entre febrero y julio de este año. Para cualquier mortal universitario, esto es humanamente imposible, entones, es un mentiroso. Otro, la extinta CICIG lo acusó del delito de cohecho pasivo, en el caso llamado, Comisiones Paralelas, o sea, no es una persona de fiar. Otro, estuvo como comisionado de postulación en la Corte de Apelaciones y es candidato a magistrado en la CSJ, eso se llama conflicto de intereses. No es ético. Otro, lástima por ser quetzalteco, la FECI -con mayúscula- lo investigó por cuatro delitos, uno de ellos, violencia contra la mujer. No tiene cualidad moral.
Por espacio, escribo una última candidata, con dos denuncias, una por delito de prevaricato, pero en 2020 el mp -con minúscula- dijo que las denuncias fueron desestimadas. No tiene honorabilidad.
El análisis a los candidatos a magistrados en la Corte de Apelaciones, es más complejo debido al número de candidatos, pero, de que hay personas que no gozan de reconocida honorabilidad, por supuesto que las hay y muchos.
Ahora, la negociación, el cabildeo, la tranza, o como usted quiera llamarle, está en el Congreso de la República. ¡Que Dios nos agarre confesados!
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.