Todo tiene una razón de ser, nada ocurre así por así, dentro de esta dinámica de vida, los incendios forestales que se están desarrollando en estos últimos cinco días en el territorio nacional, tienen una razón de ser, es decir, tienen una causa y por supuesto efectos catastróficos.
Según los expertos, el cambio climático es una de las principales causas de los incendios forestales, en ese sentido, es importante saber qué provoca el cambio climático. Recuerdo, hace unos cincuenta años, nuestra abuela Chus nos decía, así como se comporta el clima en los primeros 12 días del mes, así será cada mes del año, o sea, si el primer día de enero, lloviznaba, pues, todo el mes de enero iba a lloviznar y así sucesivamente, eso fue la enseñanza que recibió de sus padres. Pues, casi se cumplían sus predicciones utilizando enseñanzas ancestrales, otra cosa elemental que pasaba, la siembra de maíz y trigo -hoy en día, la siembra de trigo ya no se practica-, se llevaba a cabo casi siempre en los primeros días de marzo, la del trigo, se realizaba más tarde; de esas prácticas doy fe porque tuve la bendición de vivirla y por muchos años no cambiaba la fecha, y la lluvia y otros factures climáticos coincidían casi a la perfección, también se observaba religiosamente la fase lunar.
Sin embargo, tristemente soy testigo de cómo fue cambiando poco a poco el clima, se dejaron oír, ver y sentir las lluvias, los vientos fuertes, los vientos con lluvias, las lloviznas con el sol reluciente -nos decían, están naciendo venados-, los arco iris en medio del bosque, en fin, una vida comunitaria envidiable, aire 99.99% puro. Hoy, para sembrar la milpa hay que esperar las primeras lluvias y estas, ya no se presentan en los primeros días de marzo, la tierra se secó, incluso, hay que regar los agujeros donde se depositan los granos de maíz, el vital líquido en fecha de siembra de maíz se escasea, los ríos se están secando, el calor del sol es más intenso, entonces, el clima cambió, el planeta está sufriendo del cambio climático.
Así a grandes rasgos, hace cincuenta años, en el país habían más o menos 5 millones de personas, hoy, somos más de 18 millones, el número de vehículos automotores era de 175 mil, ahora hay más de cuatro millones, el consumo de energía eléctrica ha aumentado exponencialmente, y, así sucesivamente todos los bienes y servicios ha aumentado su consumo, muy especialmente el uso de madera, como combustible o material de construcción; todo esto, provoca mayor emisión de gases de efecto invernadero, obviamente estos gases cubren la tierra y eso provoca la retención de más calor.
A todo lo descrito anteriormente, tenemos -los humanos-, la osadía de deforestar a nuestro antojo los bosques, derribar montañas, laderas, desviar ríos, contaminar lagos y ríos, incluso, los mares, somos la especie más insensata, nos vanagloriamos de servir y amar a Dios -aunque no lo vemos-, sin embargo, no respetamos, no amamos y masacramos la naturaleza mismo muy a pesar que los vemos, la tocamos, la sentimos. ¡Qué ingratos somos!
El volcán de agua ubicado en Sacatepéquez, lleva más de cinco días ardiendo, quemándose y según los expertos, se necesitarán otros tres días para controlar el incendio, lo mismo está ocurriendo, en los bosques de los Cantones de Juchanep y Paquí, ambos ubicados en el municipio de Totonicapán. Los comunitarios llevan más de cinco días tratando de sofocar un incendio jamás visto en la historia de esas comunidades; casi a regañadientes, una autoridad comunitaria del Cantón Paquí, le exigió al alcalde municipal de Totonicapán, financiar el uso de helicópteros para regar agua en los puntos montañosos incendiados. Sofocar el incendio en áreas boscosas y rocosas a puro azadón, es peligroso, la vida de los comunitarios no tiene precio y por eso, le pedimos que la municipalidad costee el uso de helicópteros, sentenciaron varios comunitarios.
La pérdida de la flora y fauna en un área de más o menos 10 hectáreas es incalculable e irremediable, solamente la propia naturaleza podrá reponerse de la crueldad del ser humano, mientras tanto, tendremos que aguantarnos y conformarnos con las consecuencias de nuestra propia ingratitud.
“El hombre es la especie más insensata; venera a un Dios invisible y masacra a una naturaleza visible, sin saber que esta naturaleza que él masacra es ese Dios invisible que él venera.” Hubert Reeves
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.