Al difícil contexto económico acumulado durante el último año y medio, las candidaturas en Guatemala son una porquería cada año electoral suman a muchísima incertidumbre de cara a las elecciones. Muchas candidaturas repartidas con fines de solamente lucrar solo faltaban el partido del papel higiénico porque al final el que termina comiendo mierda somos todos los votantes con gente ladrona asquerosa y sinvergüenza. Fijos en estas elecciones existirán muy pocos votos. El resultado en los últimos treinta ocho años en su mayoría durante su gestión ha sido desastroso.
Yo ya no planeo volver a votar nunca más: la psicología de por qué tanta gente no vota en Guatemala es simple no existe candidato idóneo para el puesto. Hemos tenido recientemente desde el más hijo de la gran puta que es y seguirá siendo Giammettei, hasta el asesino Alfonso Portillo, ladrón y cierra canales de medios de comunicación como lo fue Vinicio Cerezo y no olvidemos al asqueroso coche del Serrano Elías. No me siento representado por los candidatos que siguen ofreciendo solamente mentiras y no actúan solo viven de las arcas del Estado. Decidir no votar no es una postura poco común en el mundo ni digamos de Guatemala. En las últimas décadas, el número de personas elegibles para votar ha oscilado entre 50% y 60%. Las personas que confían menos en sus políticos y que confían menos en que los funcionarios del gobierno hagan lo correcto tienen menos probabilidades de votar.
Queda claro como el agua de Amatitlán que si crees que estos políticos y próximos funcionarios gubernamentales se preocupan por nosotros estamos equivocados, solamente están para sus intereses propios y no se puede confiar en que se comporten de manera moral, es probable que votar sea visto como un inútil proceso. Hay potencialmente más personas que no confían en el sistema este año a comparación de otros años electorales. Hasta que exista ya un candidato por el que me sienta que podría votar en conciencia, no voy a votar este año y no soy el único pensante de esta teoría. Otras personas optan por no votar porque las noticias y la política no les interesan; los jóvenes a menudo entran en esta categoría. Las personas extrovertidas y algunas sin memoria o más abiertas a nuevas experiencias tienen más probabilidades de votar en estas elecciones.
En muchos sentidos, es notable que las personas hagan cola durante horas para hacer algo que podría tener poco impacto en sus vidas personales. Los economistas en muchos casos han argumentado que votar es irracional porque un voto casi nunca cambia una elección y simplemente es un gasto de tiempo como de gasolina y es para ver al próximo ladrón, no hacer absolutamente nada durante el resto de su gestión es absurdo y solamente logra ser el nuevo “millonario” e “hijo de la gran puta”. Les dejo la frase de Eduardo Galeano: “Si votar sirviera para cambiar algo ya estaría prohibido”.