Nuevamente hago mías las palabras escritas por el dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1580-1639) “No hay mal que por bien no venga”, cuando el lunes 6 de los corrientes vimos a cuerpo entero, lo que ya sabíamos desde siempre. Diputados, mercadeando con las necesidades del pueblo. Por la pandemia, se ha tenido que utilizar la tecnología para casi todas las necesidades del ser humano, en esta ocasión, un diputado puso a funcionar su celular inteligente para darnos a conocer el desarrollo de una sesión plenaria del Congreso de la República de Guatemala.
Por favor, no quiero decir que el diputado Aldo Dávila es portador de la moral pura, o está revestido de ética parlamentaria pura, ni nada por el estilo, solamente quiero resaltar la oportunidad que nos dio a más de 238 mil personas de ver como transan, juegan, negocian, etc., al más puro circo romano, las necesidades de más de 16 millones de guatemaltecos.
Estaba en juego la aprobación, modificación o improbación por segunda vez consecutiva de un Estado de Calamidad, en este caso, era el Decreto Gubernativo 6-21 emitido por Giammattei en Consejo de Ministros, sin embargo, algunos diputados en esta ocasión quisieron quedar bien con el pueblo y decidieron improbar dicho Decreto. Reitero, “decidieron en esta ocasión”, porque estoy totalmente seguro que, dentro de unos días, dejarán esa vestidura de solidaridad y transparencia para abrazar la vestidura de siempre, es decir, intereses personales, electoreras, etc., cuando empiecen a parlar sobre el presupuesto de Ingresos y Egresos del año 2022, ¡ya lo veremos!
Lo que ningún medio de comunicación tradicional ni alternativo ha hecho por varios años, el diputado Aldo Dávila del partido WINAQ, lo logró en más o menos dos horas, es decir, unirnos a través de su red social Facebook a 238 mil 241 personas, ni Ricardo Arjona ha logrado semejante cantidad de personas viendo fijamente a un escenario, en este caso, era un escenario espeluznante, estremecedor, pendía de un hilo, la vida de millones de guatemaltecos, simple y sencillamente porque el personaje principal –el malo de la película, Allan Rodríguez-, actuaba sin titubeos, sin sangre en la cara, no le temblaba la mano para cometer su más vil y deleznable fechoría. Ricardo Arjona, en abril de este año, logró unir a más de 150 mil personas de los cinco continentes, el señor Aldo Dávila hizo lo suyo, y gracias a ello, hablamos, señalamos y sacamos nuestras propias conclusiones con mayor propiedad, porque nadie nos lo dijo, nadie nos lo contó, lo vimos y lo escuchamos, o como decía Kiko, en el Chavo del Ocho, “Si, yo lo vi también con mis propios ojazos tapatíos”.
Vimos cómo a Allan Rodríguez no le alcanzó un teléfono celular, tuvo que usar dos y con mirada amenazadora le daba órdenes a los otros negociantes perdón “diputados” para que votaran a favor del Estado de Calamidad de Giammattei, vimos, como voto a voto, iba subiendo el número de personas a favor de dicho estado de calamidad, de 57 votos, empezó a subir hasta llegar al número 77, es decir, faltaron 4 votos, gracias a Dios, el bien triunfo sobre el mal, se quedaron con ese número.
Estoy seguro que, la buena vibra, los buenos deseos, sobre todo las oraciones de muchas personas, hizo que más de algún diputado votará en contra o se abstuviera de votar a favor del Estado de Calamidad.
Es importante concluir que, no estoy en contra de las medidas de bioseguridad para mitigar o menguar a COVID 19, es decir, debemos y tenemos que seguir usando la mascarilla, alcohol en gel, lavarnos las manos y sobre todo, practicar el distanciamiento social –no fiestas, no paseos, etc.-, pero, sí estoy en contra de darle nuevamente otro cheque en blanco a Giammattei para hacer fiesta con el dinero del pueblo.
Tiene suficiente dinero, si no puede administrar lo que tiene, nos haría un gran favor, hacerse a un lado, es decir, que renuncie.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.