Lo deseable es, como dice la campaña, que la gente abra la puerta al censo, porque de lo contrario, resultan inútiles los instrumentos bien diseñados y el personal bien capacitado”.
A finales de junio del presente año, el Fondo de Población de la ONU, Instituto Nacional de Estadística y el Censo, por medio de su campaña “Abre la puerta al censo”, hicieron un llamado a las personas, familias y hogares para que ejerzan su derecho a ser censados y sean parte de lo que se considera el evento estadístico más importante que se está llevando a cabo en el país. En esa campaña también se dieron a conocer mayores detalles del proceso, el tipo de uniforme que utilizarán los censistas y el gafete que identificará al personal del censo.
El próximo lunes 23 dará inicio el XII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda, y será a partir de esa fecha que se sabrá con precisión si todo lo planificado se corresponde o no con los hechos reales. Lo lógico es que, después de seis años de atraso del censo, ya que debió realizarse en 2012, la ejecución sea exitosa por todo el apoyo nacional y foráneo que se ha recibido, así como las pruebas que han venido realizándose. Sin embargo, no se debe dejar de tomar en cuenta que la situación política que vive el país, la inseguridad ciudadana y la delincuencia, son hechos adversos para que en ciertos sectores muchas personas no sientan la confianza necesaria para proporcionar datos personales, familiares y patrimoniales a un extraño. El censo es un derecho para todos, pero no es una obligación, por lo que seguramente habrá muchos que se negarán a ser censados o simplemente no abrirán sus puertas.
Desde hace algunas semanas he platicado con diferentes tipos de personas de diversa escolaridad y, por la desconfianza y temor que sienten por la situación del país, varios me han indicado que aún se encuentran evaluando si darán o no sus datos a los censistas; otros, tajantemente, me han dicho que no les darán ningún tipo de datos, es más, ni siquiera les abrirán la puerta. No sé cuál sea la estrategia del INE, el censo, el Fondo de Población y Acción Ciudadana para subsanar esos escenarios de presentarse. Algo deben tener previsto, porque circunstancias como esas podrían determinar que se omita un porcentaje significativo de la población, y el censo pueda ser fallido. Ojalá eso no suceda, porque como personas, como sociedad, empresas y Gobierno, nos encontraríamos limitados en poseer datos actualizados, fidedignos y oportunos para tomar decisiones menos riesgosas para la inversión pública y privada, formulación y ejecución de políticas públicas, por mencionar unos ejemplos. Lo deseable es, como dice la campaña, que la gente abra la puerta al censo, porque de lo contrario resultan inútiles los instrumentos, aunque estén bien diseñados y el personal bien capacitado. También se perderían los casi Q 300 millones que se están ejecutando de presupuesto para el censo.
Algo que he observado como un obstáculo para el censo, bajo el supuesto de que las personas atenderán a los censistas, es el número de preguntas, y dependiendo de cuántas personas conformen el hogar, así será el tiempo que dure el llenado de la boleta, que, según el director del censo, puede ir de 15 minutos si es solo una persona, si son cuatro o cinco personas puede durar de 30 a 40 minutos y si son ocho personas puede durar una hora. En lo personal, en mi experiencia de hacer encuestas, he observado que las personas se cansan o se aburren a partir de 15 minutos de estar dando datos. Ojalá los censistas estén bien capacitados para administrar eficientemente el tiempo de la entrevista, para no desesperar al informante.
Por el bien de nuestro país y por la importancia de contar con datos poblacionales y habitacionales actualizados, les deseo a los organizadores y ejecutores del censo, que los productos que se obtengan resulten según lo planificado.
Administrador público, economista, politólogo, abogado y notario, y profesor universitario.